Algo muy grave ha ocurrido en el sector eléctrico que no está completamente diagnosticado pero que ha conducido a un alza dramática de tarifas.
Precisamente sobre este punto hay personas y entidades que se preguntan si no hubiera sido mejor distribuir de otra forma el pago del Cargo de Confiabilidad para darles más fondos a los que están generando a pérdida y no subir tanto las tarifas.
No se justifica pagarle ese cargo a plantas de hidrogeneración, menos a las obsoletas.
Otra inquietud es por qué no hay gas en Colombia y por qué no se importa si estamos en crisis. La escasez es producto de decisiones equivocadas o faltas de previsión.
Desde antes de 2010 se había previsto la crisis actual pero no se tradujo en decisiones oportunas. Por ejemplo, la planta de gasificación del gas natural licuado importado no va a operar este año sino en 2016 y los pagos a las térmicas quedaron cortos.
Hay empresas distribuidoras que solamente habían celebrado contratos de suministro de largo plazo, con coberturas del 50 por ciento y menos a pesar de que se sabía que los precios en el mercado de corto plazo subirían exageradamente a causa del “Niño” y no podrían comprar sino a pérdida en el mercado spot.
Posiblemente hizo falta una mayor supervisión, incentivos bien diseñados, pagos adecuados para la emergencia, y una mejor reglamentación que hubiera obligado a las empresas a tener mayor cobertura. Las empresas previsivas que lo hicieron ríen cada vez que van al banco a llevar las utilidades.
Como en la crisis anterior tampoco es claro qué responsabilidad les cabe a las hidrogeneradoras por no haber guardado el agua en los embalses para enfrentar el “Niño”. El problema es que ellos ganan muchísimo dinero durante una crisis como esta y carecen de incentivos para guardar el agua.
Esto es particularmente pertinente porque la mayoría de ellas son empresas públicas.
Es urgente analizar las fallas de la organización institucional del sistema eléctrico, diseñar mejor los incentivos y las cargas de confiabilidad y de emergencia para que no induzcan comportamientos perversos como los descritos que causan que las plantas generadoras ganen (las hidro) o pierdan (las térmicas) excesivamente cuando se elevan los precios de la energía durante un fenómeno como el Niño, remover los cuellos de botella que demoran las decisiones y evaluar mejor las opciones de generación.
También cabe analizar los aspectos humanos del sistema porque en la CREG parecen haberse creado feudos personales que no tienen por qué existir y que interfieren con una mejor operación y supervisión de todo el sistema y con la celeridad de las decisiones.
*El Vicepresidente me tiró las orejas porque la semana pasada dije en esta columna que la carretera de Puerto Gaitán a Puerto Carreño no está en el Plan Maestro de Transporte y si figura en la página 92, como me lo señaló Juan Benavides, con un presupuesto de $1,97 billones para pavimentar 670 km. Pero prevén ejecutar la obra veinte años demasiado tarde, en la segunda década del cronograma. No quiero que esto último le cause otra preocupación al Vicepresidente porque hay fórmulas para adelantarla y no dejar ociosas por los menos dos millones de hectáreas productivas.*