No alcanzo a llegar este viernes a Oviedo, España, a la entrega del premio Princesa de Asturias de las Artes a Joan Manuel Serrat. Ante ese inconveniente que soy el primero - y el último - en lamentar, decidí guaquear en mi archivo donde encontré las líneas que escribí la última vez que pasó por Medellín. od---
A un español le preguntaron su definición de nostalgia y respondió: Yo vi torear a Manolete. Si me formularan la misma inquietud diría que vi cantar a Serrat la última vez que estuvo en Medellín.
Serrat le puso banda musical, mínimo, a dos generaciones. Suena exagerado, pero una hipérbole más no le quitará el sueño al mundo.
Así me acusen de contar plata delante de los pobres, debo decir que rompí el marrano y fui a parar a la aristocracia de gallinero del Teatro Metropolitano donde se presentó el 22 de mayo de 2022.
Éramos más los veteranos, claro. Mucho abuelo sonriente – y proustático- en los tendidos; sí, con superávit de arrugas de tanto “hacer camino al andar”; que no falten arrugas, pategallinas, códigos de barras sobre el bigote, a manera de tardías condecoraciones ganadas en combate.
No solo ese es el público del catalán. Se dejaron ver audacias menores que heredaron el virus Serrat de sus taitas. Quienes empezamos a desaparecer no somos egoístas: pa todos hay. (Tardé un semestre en perdonarle que no hubiera interpretado “Qué va a ser de ti lejos de casa, nena qué va a ser de ti” que le cantamos a la hija la vez que desertó para cometer “mártirmonio”. Al crío lo despedimos con “Como un pájaro libre” en la versión de doña Mechas Sosa).
Como Serrat iba por los 75 cuando rompimos el marrano, nos preocupaba que en vez de un fa diera un re, un si en vez de un do. Falso positivo. En su voz, imaginación, memoria, en su poesía, no ha empezado a ocultarse el sol. El tumbao que tiene al caminar es un segundo más lento. Es todo.
En diciembre cumplirá 81 años elogiando la vejez a la cual “tuve la suerte de llegar”.
Cuando nos visitó en Medellín celebrábamos los 48 años del álbum Mediterráneo. ¿Por qué no esperar a los 50, un número redondo? El poeta dijo que lo que puedes celebrar hoy no lo dejes para el azar de mañana. Y si llega el mañana vuelves a celebrar. La vida es fiesta permanente.
“Me retiro sólo de subir a los escenarios, de los conciertos. No me retiro ni de vivir, ni de cantar, ni de hacer música, ni de escribir. No me retiro de estar vivo”, aclaró el catalán en alguna entrevista.
Ya Borges no tiene que invitarme a tomar mate desde el más allá. Me doy por bien servido con el juglar que tiene el Mediterráneo por barrio. Los demás mares son riachuelos tributarios del suyo. De los mares dijo en una conmovedora canción que incluyó en su repertorio que son una vergüenza. Fuera plástico.
Ojalá algún rostro de madera de la academia sueca que adjudica el Nobel haya estado de incógnito en la gradería del Teatro Metropolitano. No es un exabrupto pensar que Serrat ha hecho méritos para mejorarle el currículo al premio.
“Nos” perjudica un tanto que se lo hayan dado – merecidamente- a su colega gringo Bob Dylan. Podrían aprovechar para desatrasarse este año. Yo veré, jurado sueco.
Al llenar un registro de hotel tengo claro lo que puedo escribir en alguna parte: Me gocé a Serrat.
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