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Se prendió la rumba en la Julio Pérez
Los libros alistan sus mejores galas para salir de sus estantes a toparse con la gente.
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Miércoles, 24 de Agosto de 2016

Ya se escuchan sones de fiesta en la Biblioteca Julio Pérez Ferrero. Los libros alistan sus mejores galas para salir de sus estantes a toparse con la gente. El polvo, el comején y la polilla son cosas del pasado. Los periódicos, los folletos y las revistas ya salieron de compras para hacerse a una buena pinta, porque en tiempo de fiestas hay que estar bien pintosos.

Por estos días, previos a prenderse la rumba, la Biblioteca departamental Julio Pérez Ferrero es la locura: gentes que van y vienen, obreros que entran y salen, empresarios de libros que buscan el mejor rincón para acomodar sus libros: las últimas novedades editoriales y los textos viejitos que no han podido vender en los últimos veinticinco años.

Las secretarias, todas bonitas y elegantes y amables y serviciales, no descansan un minuto porque ya faltan unas pocas horas para que el director de la biblioteca dé el pitazo inicial, indicando que la Fiesta del Libro en Cúcuta ha comenzado.

El director está en todo. Sube y baja escaleras, firma papeles, atiende llamadas locales, nacionales y del extranjero, dando información, contratando conferencistas, haciendo contactos aquí y acullá.  Suda, se limpia el sudor y sigue trabajando, da órdenes, despacha correspondencia, no se sienta, sigue sudando, y Mariela, su eficiente secretaria,  corre al pie de él para que le firme los pedidos y las órdenes, y los empleados lo buscan para preguntarle sobre lo que va y lo que no va, lo de cambiar, lo de dejar, lo de siempre y lo nuevo.

Julio GarcíaHerreros es literalmente un hombre de pelo en pecho y brazos, que tiene la última palabra y al que todos acatan, los de adentro y los de afuera, porque nadie como él tiene tan claro lo que debe ser la Fiesta del Libro. Pero Julio sabe asesorarse. Jóvenes profesionales, muchachos y muchachas, lo siguen, le dan consejos, le dan agua para mitigar estos calores tan machos y Érika Paola, la encantadora coordinadora de la Fiesta, lo mantiene al tanto de lo que se va haciendo y lo que falta por hacer.

Julio, a pesar de su apellido de alcurnia y de su capacidad para el camello, no se las da. Siempre sonriente, mamadorcito de gallo, atiende con la misma cordialidad al político y al obrero, al gran ilustrado y al maestro de escuela, al escritor de éxito y a la madre cabeza de familia. Su empleados lo quieren y sus colaboradores lo admiran. Es amigo de todos y dueño de una gran simpatía y sencillez. Alguna vez le pregunté cómo se escribe su apellido, separado o junto, con mayúscula o minúscula el Herreros. Sonrió y me dijo: Escríbalo como usted quiera. A mí eso me tiene sin cuidado.
   
Ahora pienso que necesitamos muchos Julios GarcíaHerreros para que manejen nuestra cultura regional y hagan muchas fiestas de libros y cuando les toque, salgan a bailar con la más fea.
   
Desde el lunes entrante estaremos en plena fiestolaina en la Biblioteca. Será una semana de distintas actividades para grandes y chicos, viejas y sardinas. Conciertos, recitales, conferencias, lanzamiento de libros, talleres, teatro, cuenteros y exposiciones nos esperan. Allá nos veremos, si Dios quiere, como decían los viejos.  

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