Llegó julio y comenzamos el descenso, después de haber alcanzado el premio de montaña al coronar la altura del año en el mes de junio.
Llegamos agitados, respirando fuerte, a lo más alto de los doce meses y ahora se inicia la bajada a una velocidad de vértigo.
Abajo ya se ven las luces de diciembre y a lo lejos se adivinan las canciones de siempre: Burrito sabanero, La víspera de año nuevo, Tutaina, Diciembre azul…
Ofelia Peláez y el doctor Rosendo Cáceres y Betty Cárdenas y Anselma Cárdenas y el sacristán de la iglesia de San Antonio y los padres carmelitas (los descalzos y los enzapatados) ya están craneando sus pesebres de este año, para que sean más grandes, más luminosos, más atractivos.
En los almacenes ya empiezan a cuadrar espacios para los artículos de la temporada. Los vendedores de discos, de pesebres, de papel verde y de casitas de cartón ya alistan sus pedidos para que no les coja la tarde.
Todos sabemos que el trabajo es empezar julio para que llegue diciembre. Por eso digo que es un descenso de vértigo, de miedo, porque el último es un mes de fiesta y de gastadera.
En julio comienzan los aguaceros de la Niña, que este año amenazan, según dicen los meteorólogos, con ser muy fuertes y causar estragos.
En julio ya se sienten los vientos de agosto y las cometas arreglan sus colas, como muchachas quinceañeras, y se disponen a conquistar las alturas.
Los niños presienten que en un abrir y cerrar de ojos ya estarán recibiendo los regalos que antes traían el Niño Dios y Papá Noel, y que ahora se compran en la calle o por internet.
Julio es un mes que tiene muchos y muy buenos tocayos. Nadie, por ejemplo, se llama Enero o Septiembre. En cambio Julios hay por montones: Julio César, el emperador; Julio Jaramillo, el cantante del despecho; Julio Mario Santodomingo, que no tiene dónde caerse muerto; Julio Flórez, el poeta; Julio García-Herreros, el pujante director de la Biblioteca departamental; Julio Correa, mi paisano cura. La lista es larga.
Julio, además, es un mes especial para las independencias. Estados Unidos, Venezuela y Colombia se alebrestaron para independizarse en este mes. A Simón Bolívar le dio por nacer en este mes. Y a la Virgen del Carmen, la patrona de los choferes, se le festeja en este mes.
Algunos lo llaman el ombligo del año porque queda en toda la mitad, se llena de mugre y no sirve para nada. Falso. Sirve para tomar aliento y empezar la bajada. En estico se nos acaba el año, como dicen los más viejos que nosotros.
Julio es un tatequieto para las finanzas porque la gente empieza a ahorrar para el estreno de fin de año y para las hayacas y para el pernil relleno y para la jartazón, que no puede faltar.
Así las cosas, julio nos recuerda que la vida es un soplo y que el tiempo vuela sin que nadie lo pueda detener, ni siquiera las vendedoras de minutos. Desde ya podemos ir diciendo Feliz Navidad y próspero 2017.