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¿Sacerdote yo? no, gracias
 Esa falta de vocación está llevando a una grave crisis dentro de la religión católica.
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Domingo, 19 de Marzo de 2017

En un reciente análisis de encuestas,  en el establecimiento educativo donde laboro, dentro del proyecto de Educación Sexual y Competencias Ciudadanas, se evidencia una vez más como las profesiones de servicio hacia la comunidad han perdido vocación.

En estas muestras los niños de primaria desecharon  por completo la escogencia del sacerdocio como opción de vida, en una clara alusión que la espiritualidad no está dentro de sus objetivos esenciales. Esa falta de vocación está llevando a una grave crisis dentro de la religión católica; situación que fue planteada hace algunos días por el Papa Francisco y quien con las últimas declaraciones coloca de nuevo el tema  del ejercicio de los hombres casados como diáconos conocidos como los “Viri probati”, “hombres probados”, y  que pueden asumir como diáconos, presbíteros u obispos.

El Concilio Vaticano II especificó el lugar ocupado por los diáconos en la Iglesia católica y sus funciones:

“En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, que reciben la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio». Así, confortados con la gracia sacramental, en comunión con el obispo y su presbítero, sirven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Es oficio propio del diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura.”1

Lumen gentium 29, Concilio Vaticano I

La anterior cita para  claridad acerca de la posición de estos hombres  que deben demostrar también una fe inquebrantable  y ser ejemplo de rectitud y amor en sus  vidas matrimoniales.

Ya que el celibato en el catolicismo ha sido la insignia de esta fe, el ejercicio del sacerdocio está desligado de las uniones maritales en una clara demostración que sacerdocio y familia no son compatibles. Desde la biblia se asume la soltería como premisa fundamental para promulgar la palabra de Dios, pero no es exclusiva de la iglesia católica romana, también las ortodoxas, el budismo e hinduismo la incluyen.  

Uno de los puntos que se toman como justificación es la creencia que las relaciones sexuales corrompen, vetando las expresiones naturales del ser humano  de la cuales no están exentos los representantes de la iglesia. Al fin y al cabo  son hombres y como tal su testosterona se hace sentir.

Al estar solteros, según las mismas citas bíblicas (1 Corintios 7:32) están libres de preocupaciones y su dedicación hacia el Señor es total. El estar casados implica estar atentos a  otros motivos que le restan tiempo a la palabra. Aunque también se habla de otro motivo: el hecho de ser solteros implica en muchos casos que propiedades y dinero de estos irían directamente a la iglesia y en esta forma se fue afianzando el poderío económico del vaticano.

Sin embargo, ante la creciente crisis, los jerarcas de la iglesia católica están seriamente analizando la incorporación de hombres maduros, especialmente ya jubilados, que puedan entregarse a dar a conocer la palabra de Dios. Esta posición del papa Francisco ha despertado debate, pero ya nos tiene acostumbrados a sus ideas vanguardistas y rogamos a nuestro Señor para que continúen en una clara y más humana tarea de la fe.

(1) Tomado de Internet. Wikipedia

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