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Respuestas de África y Asia
Las iniciativas africana y asiática lucen diferentes a la inacción de América Latina, donde no nos juntamos para pensar y crear ni en las peores coyunturas de incertidumbre global.
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Miércoles, 16 de Abril de 2025

Salvo agravamiento en Gaza, Ucrania o Taiwán, la noticia del año son los aranceles de Trump, “recíprocos”, oscilantes y sacados del sombrero. Parece que quedarán solo para China, mientras intentan negociar un nuevo orden económico mundial.

Los efectos arancelarios los sentirán los consumidores, empresarios y trabajadores de Estados Unidos y del mundo, ya presionados por una inflación que impone prudencia a la Reserva Federal y demás bancos centrales. Hasta podrían subir de nuevo las tasas.

Millones de ciudadanos protestan en las calles. La competitividad de lo que producen y consumen se afectó. Se resentirá el crecimiento hasta averiguar a mediano plazo si la dudosa protección al estilo del siglo XIX, funciona en el XXI. Trump quiere que la devaluación derivada de las nuevas tarifas sea más que proporcional, para añadir otro poco de competitividad artificial a su economía. Aunque más parece que deseara la recesión que todos anuncian. Se quejó, en el evento de “Las Tablas de la Ley”, de manipulación de las monedas que supuestamente países afectados hacen contra la divisa norteamericana, siendo eso lo que él quiere hacer.

De enmarcar, el trino de Petro: “Es un gran error que el gobierno de EEUU ahora crea que subiendo aranceles a sus importaciones en general, pueda aumentar su propia producción, riqueza y empleo”. Hasta hace apenas unos días Petro quería subir los impuestos aduaneros de acero, arroz, textiles, confecciones, maíz y leche. Si fuera por él, la lista sería más amplia y enérgica que la del propio Trump. Ahora los ataca. No razona: solo reacciona, dependiendo de cuándo quién dice qué. No hay política exterior, ni comercial. Todo es ideologismos.

Menos mal que los anuncios del norte fueron de día. En un arranque de sensatez, de la escuela Sheinbaum, aunque el Minhacienda nuevo dice que sí, Petro dijo que no habría retaliación. Dejemos el celular prendido, por si le da un afán en la madrugada o lo trastorna la vanidad en la presidencia de la CELAC. Lo correcto es quedarse quietecito como lo probó la nueva reculada parcial norteamericana, de tres meses más sin aranceles para quienes no retaliaron.

Al mismo tiempo, dos noticias llegaron de África y Asia.

Durante la pasada Cumbre Global de IA en Ruanda, con la gigante de los chips Nvidia, Cassava Technologies del billonario zimbabuense Strive Masiyiwa, anunció la creación de la primera fábrica de Inteligencia Artificial en África. Según las dos compañías, cambiará el rumbo del continente.

Los supercomputadores de Nvidia, dotados de ultrarrápidas unidades gráficas de procesamiento (GPU) para generar y alimentar la IA, se desplegarán en junio en call centers de Sudáfrica, continuando con Marruecos, Nigeria, Egipto y Kenia. Al aterrizar lo más moderno de la IA, los empleos formales para jóvenes se dispararán y la inversión extranjera en servicios podrá revolucionar positivamente, en los próximos cinco años, la remuneración y la calidad de vida de millones de africanos. La red ZINDI, que dice ser la más grande de expertos en IA, con de 80.000 miembros, sostiene que la herramienta dotará a los africanos del estatus que la UE y EEUU tienen hoy con Google, Apple, Meta, Tesla y Open-AI. La ventaja de la iniciativa, es que importan un bledo los aranceles.

A su vez, China, Japón y Corea del Sur, el día del primer anuncio en la Casa Blanca, retoman sus negociaciones de libre comercio, atascadas desde 2012. Sumados, son los más grandes socios comerciales de EEUU. Tienen peligrosas diferencias geopolíticas entre ellos, pero resolvieron juntarse ante la amenaza, analizarla y profundizar su relación económica. Aunque China ya retalió tres veces, negociará sin “besarle el trasero” a nadie y usando en masa su nuevo yuán digital que sacudirá los mercados.

Las iniciativas africana y asiática lucen diferentes a la inacción de América Latina, donde no nos juntamos para pensar y crear ni en las peores coyunturas de incertidumbre global.


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