
Conseguir la verdadera Democracia, lograr la verdadera Descentralización, buscar el verdadero Desarrollo y tener una sólida Defensa interior y exterior, son las cuatro D que necesitamos como Nación para superar un regimen corrupto, derrotar el crimen organizado, el aliado del Progresismo y encauzarnos a un desarrollo sostenible que saque a la gente de lapobreza por su propio esfuerzo y no los condene a la condición de mendicantes del Leviatán estatal.
Como las palabras han sido desnaturalizadas por el discurso progresista, explicaré cada una. Cuando hablamos de Democracia nos referimos a la Democracia Liberal no a la “Democracia Popular”, sea eso lo que sea. La Democracia liberal se soporta en tres pilares. Primero y por sobre todo, el elemento central es la libertad individual que solo puede ser amenazada por un gigantesco Estado Omnipresente y Omnisciente. El segundo pilar de la democracia liberal es la supremacía de la ley sobre toda la sociedad, por lo que requiere poderes independientes con controles cruzados para que ningún funcionario se convierta en principito despótico, que es lo que estamos viviendo en Colombia. El tercer pilar es una defensa a ultranza de la propiedad privada, que sea obtenida con los frutos del trabajo y no con las migajas de la mesa del Principito, por lo que hay que imponer la ética del trabajo, derrotando la falacia progresista del mantenimiento estatal, que crea y mantiene pobres.El gran vigilante del Estado debe ser la misma sociedad.
La descentralización en un país con la geografía colombiana que ha visto el fracaso absoluto del régimen centralista y de presidencia imperial en lograr sacar al país del subdesarrollo político, económico, social y ambiental, es la única manera de revertir el destino socialista que empezó con la Constitución de 1991 y que ya nos lleva muy cerca de la Democracia Popular Bolivariana Venezolana (cartelización socialista). Descentralización fiscal, autonomía regional y planificación de abajo hacia arriba, permitirá eliminar la presidencia imperial y enfocarnos en un modelo de estado con un Leviatán controlado.
La libertad económica,se expresa en una real economía de mercado sin acuerdos público-privados para extraer rentas y un sector financiero dedicado realmente a financiar empresas y no a “cobrar servicios” y a apalancar el Estado mediante compra de deuda, que permita lograr un desarrollo económico sostenible en el tiempo y sacar de la pobreza a la gran mayoría de los ciudadanos. El Progresismo, con sus voceros en la prensa, academia, organismos multilaterales, ONG y bodegas, se han encargado de demonizar la creación de riqueza. La sostenibilidad ambiental de que hablan los anarco-ambientalistas, solo busca detener el desarrollo económico.La sostenibilidad social que sostienen los militantes zurdos es la de igualar resultados, no medios; igualar los jugadores, no el campo de juego, nada de meritocracia.
La Defensa interior del Estado Colombiano, hoy amenazado por el crimen organizado en un modelo judicial proclive al victimario que deja indefensas a las víctimas, incluyéndose entre estas últimas el Estado mismo, capturado por todo tipo de cárteles tanto nacionales como foráneos, que lleva a que esa amenaza interior también se vuelva externa por el riesgo que presentan esos mismos agentes criminales no estatales;está en juego nuestra existencia como nación.
En la hora más delicada para Colombia, la clase política responde como si en estas últimas décadas nada hubiera pasado y vuelven y se lanzan las candidaturas presidenciales crónicas, los que diga el Petrosantismo, el que diga Uribe, Claudia López, otros mamertos, algún espontaneo, entre otros de cuyos nombres no quiero acordarme, prometiendo lo mismo de siempre: atacar la corrupción, luchar contra la pobreza con el mismo modelo de destrucción de riqueza y regresar el país adonde estaba hace siete años, como si ese fuera el objetivo. Nadie habla de llevarnos adonde nunca hemos estado, una tierra de libertad y riqueza, en un país de regiones unidas por un propósito común, salvándonos del abismo socialista. Es patético: para el cáncer recomiendan Ibuprofeno.
Manuel Guillermo Camargo Vega
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