A la pregunta de por qué acepté la invitación del presidente Petro de sumarme a la delegación del Gobierno en las negociaciones con el ELN, respondo inicialmente con otra pregunta: ¿Cómo negarme? Acababa de firmar un acuerdo para la compra de tierras, como parte de su promesa de cumplir con la Reforma Rural Integral y, además, habíamos coincidido en la necesidad de recuperar el campo como condición para la paz; ¿Cómo negarme entonces a participar en unas negociaciones de paz?
De incoherente me tildarán quienes se preguntan por qué con Santos no y con Petro sí. Porque Santos nos traicionó a sus electores; por mi oposición a que se negociara la reforma del campo con quienes lo habían destruido, y a espaldas de su población y del sector agropecuario; y porque las negociaciones con las Farc buscaban -y lo lograron- transformar el Estado para garantizar impunidad y justificar sus crímenes.
Petro, por el contrario, ofreció negociar con el ELN. No sabemos aún qué quiere, pero no superará las exigencias de las Farc y, dentro de lo que percibo, sus propuestas van en la dirección de lograr mayor participación de la sociedad en una mejor democracia, con transformaciones institucionales, pero no para su beneficio, sino para buscar la paz sin olvidar a las víctimas. En suma, son más “idealistas”, sin que ello justifique su violencia.
También puede sonar incoherente que el esposo de María Fernanda Cabal, una figura de la oposición al Gobierno, pero además miembro reconocido del Centro Democrático y presidente de un gremio percibido como “de derecha”, haga parte de una negociación con el ELN. Jorge Visbal, también reconocido por su posición de derecha y presidente de Fedegán, participó en las negociaciones de Samper con los elenos, en Maguncia, Alemania (1998).
Pero más allá de esas acusaciones, yo me debo al gremio ganadero. Durante su Congreso Nacional, cerca de 2.000 ganaderos aplaudieron la invitación del presidente, y luego, en la sesión estatutaria, los delegados con derecho a voto, que son la máxima asamblea de Fedegán, aprobaron mi participación por unanimidad.
Más allá de acusaciones, me debo al país y atenderé el consejo del expresidente Uribe, de que es mejor estar que no estar, pero estar asertivamente y con verdadera coherencia. Todo lo que pienso, se publica semanalmente desde hace más de treinta años. Ni como persona ni como dirigente gremial he cambiado mis principios y no lo haré en la mesa de negociaciones.
Es más, creo que al Gobierno le sirve esa voz, no disonante, sino que marque diferencias, ni unanimista ni contradictora por que sí. Plantearé posiciones con independencia y respeto, y llevaré propuestas para un mejor país, a partir de la recuperación del campo, porque si al campo le va bien…, a Colombia le irá mejor, algo que el país no quiere entender y, por eso…, estamos como estamos.