La adenda de mi columna pasada causo algún escozor, pues expresé que la alta dirección de la Policía Nacional no andaba en el cuento de la moderna Visión Integral que impone la Teoría de la Organizaciones en lo relativo a los entornos Social, político económico y organizacional, que enseñamos en las universidades de la región, que debe hacerse en el sitio.
Nuestro entorno Norteño y Cucuteño es muy singular. Cada subregión es distinta, el comportamiento y la nutrición de un “guicho” ocañero, es muy diferente al del “coico” pamplonés y el de estos dos muy diferentes al de los cafeteros de Gramalote y Lourdes y a los del pie de monte llanero de Toledo a Saravena.
Los primeros adictos a su cebolla roja, a su arepa sin sal y a sus cocotas. Los segundos adictos a cereales y sus verduras, los cafeteros y los del piedemonte a todo lo que mi Dios les dé.
¿Qué van a saber de esto los generales Bogotanos? Eso era lo que iba a hacer la Coronel aquí, “in situ”. Cúcuta tiene tres grandes componentes diferentes. El Valle o La ciudad antigua. La primera invasión que comenzó en el basurero del Diviso y bajó al rodeo y Tónchalá.
La segunda Invasión que se originó paralela a los costados de la Vía al Zulia pedaleada por el Instituto de Crédito Territorial que dio origen a la Ciudadela de Atalaya, con nombres de heroínas (Antonia Santos), expresidentes y de primeras damas. La tercera liderada por obispo que congregó y convocó la pobrería e invadió los cerros orientales del antiguo aeropuerto y hoy llamamos La Libertad.
Hubo quien me agredió por la red y otro que me solicitó una rectificación. Pues como dije en 1992 aquí en este rincón, no solo no rectifico, sino que me ratifico. Corregidos muchos errores institucionales enumerados, PONAL no debe continuar en las miserias superadas.
El Problema es el régimen. Ese mal de la corrupción nos persigue desde la independencia, con la Misión del ingenuo Francisco Antonio Zea y el préstamo de Londres por £ 550,000 libras esterlinas en 1822 donde mordieron tantos.
¿Recuerdan? Y siempre ha estado la oposición ahí, como los veedores que elegimos. Sin iniciar acción pública alguna. Adenda: Por ello no rectifico sino que me ratifico, como hace treinta años.