Leemos en la historia que en la Roma Imperial se organizaban “imponentes” espectáculos como combates de gladiadores, carreras de carros tirados por caballos, luchas de fieras, entre otras “diversiones” que, aunadas a la distribución gratuita de alimentos, era la herramienta efectiva de los emperadores para el control social, y este recurso gubernamental aún no desaparece porque lo conocemos como la política del “pan y circo”. Algo de lo que vimos en la película Gladiador.
En nuestro tiempo la política del “pan y circo” es recurrente -aunque no con la ferocidad o crueldad romana-, y la dosis viene como Campeonato interno de fútbol, Campeonato Mundial de Fútbol, Copa suramericana de fútbol, Copa Intercontinental de fútbol, Grandes ligas, Juegos Olímpicos, etcétera. ¡Ah!, también caben los reinados de belleza y los carnavales.
Eso fue, precisamente, lo que la clase dirigente colombiana -clase política y deportiva- pretendieron imponernos cuando lograron que en 1974 la Fifa entregara a Colombia la responsabilidad de organizar la Copa Mundial de Fútbol de 1986, pero el presidente Belisario Betancur anunció en noviembre de 1982, poco más de dos meses después de su posesión, la declinación de la sede ante la imposibilidad de cumplir con los requerimientos que la Fifa exigía para celebrar el evento mundial.
Recuerdo que el argumento del presidente Belisario Betancur, al aparecer en televisión declinando la sede, era que ese dinero serviría para construir escuelas, hospitales, canchas deportivas, viviendas, etcétera, que nunca vimos.
Cuando el presidente Luiz Inácio Lula da Silva llegó a la presidencia de Brasil hubo temores y alegría, como en todo, y aplicó sus fuerzas a obtener la sede del Mundial de Fútbol para 2014, la que efectivamente obtuvo. Pero las protestas anti-Mundial no se hicieron esperar y se hicieron sentir fuertemente. Reclamaban que el gasto público se destinara a educación, salud, vivienda y transporte porque el Mundial no le dejaría réditos económicos al Estado, aunque sí al otro Estado: la Fifa. Hoy sabemos que el interés del presidente Lula era tapar o distraer de lo que estaba a punto de explotar y a él lo tiene en los estrados judiciales y a su protegida –Dilma Roussef- suspendida de la Presidencia de la República. El Socialismo del Siglo XXI, señores.
Como si nada hubiese pasado hace dos años, el pasado viernes fue la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en Brasil, y desde hace un mes ya se venían presentando conatos de alteración del orden público, exactamente por las mismas razones. Un canal deportivo tituló “La antorcha llegó a Río de Janeiro entre protestas y disturbios. La llama ya está en Río, pero no todo es fiesta”.
Países en crisis económicas malversando recursos multimillonarios para distraer a sus habitantes de los problemas de toda índole que los aquejan.