Hace tres semanas a algunos “espontáneos” se les ocurrió la brillante idea de brincarse las elecciones del próximo año y prolongar el mandato del gobierno Duque. La pandemia, la crisis fiscal y hasta la unificación de períodos, son las falsas razones expuestas para semejante adefesio.
Al principio se recibió con burlas por descabellada, pero cada día queda más claro que en el Palacio de Nariño crece la ilusión de quedarse en el poder, sin importar la democracia, la constitución del 91 y las instituciones. Al fin y al cabo esos no son valores que interesen al uribismo, como tampoco al Castro- chavismo que tanto los mortifica y al que cada día se parecen más. Uno termina pareciéndose al enemigo, dice un sabio adagio popular.
Ya en el 2004 se inventaron el famoso “articulito” para aprobar la reelección de Uribe y cambiar las reglas de juego. Años después, en el 2008, buscaron prolongar indefinidamente su mandato y la Corte Constitucional los frenó. Ahora con mayor audacia pretenden amarrarse al poder sin siquiera pasar por el voto ciudadano. Y tienen razón en sus temores. Saben que en el 2022 la gente saldrá masivamente a rechazar este mal gobierno, a castigar a sus aliados políticos, con una votación histórica en favor de una agenda de transformaciones sociales, por el cambio de rumbo, después del fracaso de Duque en la implementación del acuerdo de paz, seguridad, manejo económico y social, pandemia, es decir, en todos los frentes.
El silencio cómplice del gobierno con la iniciativa es diciente y confirma su interés por impulsarla de manera agazapada. Se equivocan las fuerzas de oposición al menospreciar por absurda e impensable la idea. En medios de comunicación y círculos políticos se señala que desde el gobierno se conformó un equipo para “trabajar” en la idea y seducir al congreso con su propia ampliación de período, e incluso a los jefes de los organismos de control. Olvidan el aberrante conflicto de intereses en el que incurrirían los parlamentarios al aprobar un acto legislativo que los beneficia en forma exclusiva y particular. Y ojalá desde la Fiscalía, Procuraduría y Contraloría, no se dejen entusiasmar con los cantos de sirena y rechacen en forma clara este intento de golpe de estado. Es importante entonces desde ya convocar la unión de los sectores demócratas y progresistas del país, para defender en las calles la democracia, la constitución y el calendario electoral, si resuelven avanzar en su despropósito.
Preocupa también que demócratas que se han caracterizado por su férrea defensa de la institucionalidad del país, más allá de posiciones políticas de apoyo o crítica al gobierno, guarden silencio frente a este burdo intento. Estoy seguro que los jefes de los partidos liberal y Cambio Radical, Cesar Gaviria y Germán Vargas, defenderán el estado social de derecho y la estabilidad democrática si llega ese momento.
Hace mucho tiempo nadie se atrevía a manosear el calendario electoral y ya sabemos por experiencias pasadas las consecuencias de violencia que se pueden generar. Saben que van a perder en el 2022 y buscan una solución dictatorial en el 2021. Juegan con candela. Parecen aprendices sin dimensión de estado, como si el gobierno fuera su juguete.
Ojalá alguna voz sensata se imponga esta semana y comprendan que el camino de destruir las instituciones es la mejor manera de garantizar que suceda aquello que intentan evitar: perder el poder en el 2022. Que alguien los persuada de frenar antes de saltar al abismo y desistan de radicar un proyecto que con su sola presentación hará un enorme daño al país y afectará aún más el pobre legado de Duque. Ojo pues con el 2021.