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No más barras bravas
Los hinchas del fútbol, nuestro deporte preferido, deban rechazar las tropelías de los malos imitadores de los apaches que han sido expulsados de todos los estadios.
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Viernes, 15 de Abril de 2016

Vergüenza. Es lo que sentimos los hinchas de Millonarios al conocer las actuaciones de los vándalos que se han apoderado de las banderas del que fuera el más famoso equipo de futbol de Colombia para convertirlo en refugio de cuadrilla de desadaptados, bandoleros urbanos que amenazan con acabar con el más popular deporte de los colombianos, que ya no es ni la sombra de lo que conocí en otras épocas cuando íbamos al estadio a ver a Willington, a Brand, a Pedernera, a Rossi y a los grandes cracs que hicieron famoso el escudo de las 14 estrellas, que para orgullo de muchos de nosotros, dejó  huella de buen juego, de decencia y de goles, de hermosos goles como los que convirtió el loco Converti y tapó el glorioso Amadeo Carrizo.

Eran épocas en que los otros equipos nos temían pero no por el accionar de unos hinchas que hoy en día atracan a los vendedores ambulantes, atacan a los niños que van al Campín y se han convertido en el terror de la gente decente. No. Nos temían por las goleadas que les propinamos a conjuntos que se atrevieron a desafiarnos y a poner en duda nuestra supremacía. Como el hoy tan famoso Real Madrid, que cuenta entre sus grandes estrellas a un colombiano, autor del mejor gol del pasado mundial y que no ha podido brillar en toda su magnitud por jugarretas del destino y de los técnicos.

La actitud de los desadaptados hinchas de los azules le han acarreado al equipo varias sanciones muy justas, que ojalá pongan coto a las actuaciones de quienes amenazan el futuro del fútbol profesional, que ha dejado de ser bello deporte para convertirse en campo de batalla donde aparecen puñaletas, armas blancas y todo tipo de elementos propios de los presidios y no de una cancha.  

Suspensiones, multas y prohibición para ingresar a los estadios son algunas de las medidas adoptadas para sancionar a los bandidos que atacan con sevicia  a quienes se atreven a discrepar de sus malas actuaciones. Terror y repulsión produjeron las fotografías de los partidos en que gentes sin dios ni ley hicieron presencia en Bogotá y otras ciudades para sembrar el miedo, como imitadores de los bandidos que han llenado de muerte y desolación a nuestro pobre país en los últimos sesenta años. Solo eso nos faltaba: salir de Guatemala para caer en Guatepeor.   

Los hinchas del fútbol, nuestro deporte preferido, deban rechazar las tropelías de los malos imitadores de los apaches que han sido expulsados de todos los estadios de Argentina e Inglaterra, donde nació la moda de personas casi desnudas que se enfrentan a cuchillo por una bandera. Aquí somos muy buenos para imitar todo lo malo pero no somos capaces de copiar lo bueno. Es obvia la actitud que deben tomar las directivas de los clubes: rechazar los desmanes y concertar con los hinchas decentes la manera de acabar con los desadaptados, que tienen los estadios como escenarios de guerra. Deben seguirse los ejemplos de otros países donde también han tenido y solucionado el problema de los llamados ‘’hooligans’’, una peste producto de la pobreza y los complejos. En primer lugar, debe suprimirse el obsequio de boletas a gentes sin Dios ni ley: Ese es el primer paso para que los bandidos no acaben con el fútbol.

P.D. Como su popularidad es tan alta, ahora el presidente Santos piensa ponerle impuestos a las pensiones. Otra idea de los asesores, que sólo piensan en sacarle dinero a todos los colombianos para que unos funcionarios del Senado puedan seguir transportando inmensas sumas de dinero, de origen desconocido. Como vamos, vamos mal. GPT    

 

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