Con esa corta, contundente y arrogante frase, el consejero Archila descartó de plano la posibilidad de la reunión planteada por el expresidente Santos con el actual gobierno y los integrantes del partido de los Comunes, firmantes del acuerdo de paz, con el propósito de conversar sobre aspectos de su implementación, disminuir la polarización, buscar acuerdos y, especialmente, evaluar medidas para detener la ola de asesinatos de líderes sociales y excombatientes de las FARC que no para.
No hay reacción que represente mejor a este gobierno que la frase de Archila, que demuestra una indolencia e indiferencia que no sorprende, ante los asesinatos en los territorios. Desbordados por la crisis más grave del último siglo y distraídos en su magazín diario de televisión, en el que ahora nos explican cómo convertir en forma milagrosa un vaso de agua en jugo de naranja, no consideran relevante el asesinato de líderes que luchan por sus comunidades, reclaman sus tierras, defienden el medio ambiente, se enfrentan a las mafias de la minería ilegal o promueven la sustitución social de cultivos. Mucho menos que el de aquellos que cumplieron lo pactado, se desmovilizaron y se desarmaron, en la búsqueda de una nueva vida lejos de la violencia.
La respuesta de Archila pinta el gobierno de cuerpo entero, más allá de este episodio y la soberbia con la que rechazan la disposición al diálogo del expresidente Santos. No es nueva esa actitud. Tampoco fue relevante para el gobierno reunirse con la minga indígena para atender sus angustias e intentar soluciones conjuntas a los graves problemas que los afectan. Ese encuentro no fue posible en el Cauca, y tampoco en Bogotá, a donde marcharon más de 10.000 indígenas. Como no fue relevante desplazarse a Buenaventura hace pocos días para dialogar con los aterrorizados habitantes del puerto, que padecen una nueva ola de violencia en el gobierno de la seguridad democrática III.
No fue relevante además escuchar a los miles de estudiantes que se tomaron las calles de las principales ciudades del país de manera pacífica en las protestas de noviembre del 2019. Ni fue relevante sentarse a negociar con el Comité Nacional del Paro por esos días o establecer un diálogo tranquilo como el que propusimos en varias oportunidades con la plataforma ciudadana Defendamos la Paz, precisamente para trabajar unidos en la implementación del acuerdo.
En el último año no fue relevante tampoco la consecución de vacunas en forma oportuna, para salvar la vida de miles de compatriotas. Mientras que en Chile, Argentina, Brasil o México avanzan en la vacunación de su gente, aquí nos anuncian para esta semana la llegada de 50.000 vacunas. Hoy Venezuela recibió las primeras dosis de la vacuna rusa, con lo que quedamos como el único país de Sudamérica que aún no comienza a vacunar su población. Ineficiencia absoluta!.
En fin, Archila con su descalificación a una reunión que podría servir para reducir los niveles de polarización y explorar caminos comunes para enfrentar esta dura crisis que atraviesa el país, logró concretar en una corta frase el talante de este gobierno. Nos abrió los ojos a muchos y ayudó a encontrar las respuestas a interrogantes de estos dos años y medio de uribismo. Este gobierno no es relevante para los colombianos. Aún peor, para este gobierno los colombianos no son relevantes. Los afros, los indígenas, los estudiantes, los campesinos, no son relevantes. Hay una ausencia total de empatía con las comunidades.
Sí cabe destacar que tratan por igual a todos quienes no son sus subalternos o militantes. A Santos lo mandaron para el carajo, de la misma manera que a los indígenas del Cauca o a los estudiantes que protestan. No hay privilegios, hay que reconocerlo.