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Nadar contra la corriente
Siempre he insistido en la importancia de nadar contra la corriente.
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Miércoles, 22 de Noviembre de 2023

Cuando me dieron la oportunidad de empezar a escribir esta columna, hace doce años ya, era la única mujer columnista en el periódico. Hoy, ese panorama no ha cambiado mucho, y no es porque La Opinión cierre las puertas, sino porque así es el panorama no solo nacional sino también internacional de los medios de comunicación.

Según la revista Cuadernos, en su versión N°46, en el periódico El País de España, entre 2012 y 2016, las mujeres firmaron 400 piezas de opinión del total de 2621 que constituyen la muestra, es decir, sólo 15,26% del conjunto.

Por eso, a pesar de las ocupaciones, el cansancio o la sensación de volverme repetitiva, he intentado ser disciplinada y conservar esta privilegiada posición e intentar nadar contra la corriente, inclusive desde las letras.

Y siempre vale la pena nadar contra la corriente, siempre. Cúcuta y el departamento necesitan más personas que se arriesguen y lo intenten, sobre todo, desde el ámbito político, ya que, desde los negocios, el arte o lo empresarial, considero que ya hay muchísimos arriesgándolo todo. Carim Mustafá, con Burlesque y otras iniciativas, es un ejemplo de ello.

Esta temporada electoral, que estuvo mucho más interesante que House of Cards o Game of Thrones juntas, enseñó que sí es posible nadar contra la corriente, pero hay que arriesgarse: Para cambiar la política hay que implosionarla, no hay forma de cambiarla si no es desde adentro. Sin embargo, esta oportunidad se desaprovechó completamente y muchas personas que podían haber incidido, fueron sumisas y no se involucraron.

Por eso, a mis amigos activistas les digo que sus reflexiones son muy bellas y necesarias, pero no son suficientes si no son capaces de actuar y meterse para cambiar lo que está mal y lo que está torcido. A mi amigo, el presidente de una asociación gremial le digo que no es posible cambiar las cosas con comités cada dos meses y reuniones, hay que liderar, hacer más que proponer, sentir la angustia de que se logren las cosas más allá de simplemente intentarlo. A los cucuteños que piensan que con su único voto cada cuatro años ya están haciendo mucho por la ciudad también les digo: no se mientan, mucho menos si votan por los mismos. No podemos pretender que haciendo lo mismo las cosas van a mejorar, eso no tiene ningún sentido.

Por eso desde mis columnas siempre he insistido en la importancia de nadar contra la corriente y comprender la necesidad de involucrarse en la política sin importar cuál sea nuestra vocación económica.

Mientras no comprendamos que no importa si se es comerciante, estudiante, artista, independiente, etc., es necesario participar activamente en política, porque las decisiones colectivas nos afectan de manera individual; vamos a seguir viendo a un montón de mártires sin posibilidades luchando como Jacob con el ángel en la pintura de Eugene Delacroix, y vamos a ver resultados decepcionantes que nos darán el gusto exquisito pero estéril de poder seguir quejándonos cuando la mejor opción era nadar contra la corriente.

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