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Munich 1938
Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca volvió la vertiente Obama del apaciguamiento internacional, cuyo más reciente resultado fue la humillante salida de Afganistán y ahora, la toma de Ucrania por Rusia.
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Domingo, 27 de Febrero de 2022

Históricamente, en un mundo de crecientes autócratas, cuando una potencia mundial democrática toma la vía del apaciguamiento, los vientos de guerra se aceleran. Con los pacifistas, aunque suena paradójico, el mundo se vuelve más peligroso. Ucrania trae el recuerdo de Múnich 1938, cuando los apaciguadores ingleses y franceses dejaron sola a Checoslovaquia frente a Hitler para “evitar” la guerra, que llegó menos de un año después de esta vergüenza y se conoce en la historia como Segunda Guerra Mundial.

Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca volvió la vertiente Obama del apaciguamiento internacional, cuyo más reciente resultado fue la humillante salida de Afganistán y ahora, la toma de Ucrania por Rusia.  Estados Unidos debió salir de Afganistán y ahora deberá salir del mar Negro.

Rusia en busca de recuperar su imperio se tomó toda Ucrania, pues ya actuaban en el Donbás ucraniano, acto por el cual en su momento recibió sanciones de Occidente que no bajaron las “ganas” rusas de seguir recuperando el viejo imperio. Por su parte, China que se cree con derecho a tener control de su “mar”, el mar del sur de China observa como un estorbo la isla de Taiwán, la cual quiere “recuperar” como “recuperó” a la autonómica Hong Kong y solo hubo más sanciones. El ejemplo de debilidad mostrado por Estados Unidos y la OTAN frente a la invasión de Ucrania, será bien estudiado por China. Occidente no quiere hoy ninguna guerra; está en manos de apaciguadores. Pero que no la quiera, no quiere decir que no la tendrá, solo que las probabilidades de perderla, cuando ya le toque, aumentan. Eisenhower dijo: “Lo que cuenta no es necesariamente el tamaño del perro en la pelea, sino el tamaño de la pelea en el perro”.

Las sanciones son bienvenidas si Rusia logra controlar el mar Negro y China el mar del sur de China, entendiendo que estos no serán los últimos avances de esos países autocráticos; el monstruo crece cuando se alimenta. Solo la diplomacia es la “nueva” política estadounidense, sin ninguna otra opción como lo manda la corriente “progresista” que se tomó a Estados Unidos. Y lo sigue la OTAN con sus “progresistas” europeos. Las autocracias como Rusia y China, en cambio, solo creen en la fuerza o la entrega total; con ellos o se defiende o se entrega, sin líneas medias.

En el caso ucraniano hay un actor principal en la cuenca del mar Negro que queda en el centro de esta nueva realidad: Turquía, hoy en poder del antioccidental Recep Tayyip Erdogan. Erdogan, como cualquier otro autócrata no es ejemplo de coherencia y aunque se enfrenta a Rusia en teatros como Siria, se ha acercado a ella después del rechazo de la Unión Europea y de la OTAN de incorporarlo como miembro pleno. Cómo actuará Turquía frente a una Rusia dueña del mar Negro es una incertidumbre grave. Los errores de Occidente se siguen sumando. Un eje Moscú-Estambul-Beijing es algo que no “midió” Occidente y le saldrá caro.

La situación en el mar del sur de China es más compleja, pues con la llegada de Biden al poder los aliados asiáticos sabían que las alianzas de seguridad con Estados Unidos pasaban a estado “inestable”, lo cual ratifico con lo sucedido en Turquía: Estados Unidos ya no es un socio confiable. Para países como Japón, Corea del Sur y Australia que China “avance” en el mar del sur de China es un asunto de seguridad nacional que podría llevar, in extremis, a un escenario de guerra. La influencia estadounidense en el corazón del mundo entra en estado “desconfianza”.

La política de apaciguamiento siempre termina mal y se va a cumplir la tesis del mamertismo gringo que la hegemonía estadounidense está en declive, por culpa de ese mamertismo. Eso pasa cuando se tiene el enemigo adentro; Colombia no lo entiende. Aunque tal vez por eso Biden gane el Nobel de Paz.

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