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Méjico, un referente interesante
A pesar del dominio estadounidense sobre América Latina en términos políticos, económicos y militares, Méjico muestra ejemplos de rebeldía.
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Domingo, 28 de Agosto de 2022

‘Pobre Méjico, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos’, escribió algún historiador, recordando las tortuosas relaciones entre los dos países, sobre todo después de 1848, cuando los mejicanos perdieron esos 2 millones de km2 que actualmente identifican 8 estados de la unión americana. De cierta manera, esa difícil relación ayudó a forzar la identidad mejicana, con sus rancheras, tortillas, y tequila, ‘Pancho’ Villa y Emiliano Zapata, Frida Kahlo, muralistas como Rivera, Orozco y Siqueiros, gobernantes como Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, genios como ‘Cantinflas’, unos juegos olímpicos, y dos mundiales de fútbol; en fin, un país inmenso en su riqueza cultural, pero también en sus contrastes y contradicciones.

A pesar del dominio estadounidense sobre América Latina en términos políticos, económicos y militares, Méjico muestra ejemplos de rebeldía. Albergó a Castro y sus compañeros antes de la revolución, y fue el único país latino que se opuso al aislamiento de Cuba en 1961, cuando usando la OEA, Estados Unidos obligó a todos a romper relaciones con la Isla. Siguiendo a Francia como albergue para perseguidos políticos de todo el mundo, ha querido ser hogar de exiliados latinoamericanos. Recordemos a las FARC, y el incidente diplomático con Ignacio Guzmán, primer embajador de Uribe en Méjico.

Lo anterior no significa que, en otros momentos, Méjico no haya sido presa fácil para Estados Unidos, como ocurrió en 1995 por su debacle financiera cuando comenzaba el Tratado de Libre Comercio para Norteamérica. Así como ha tenido presidentes dignos, también ha tenido presidentes títeres.   

En las actuales circunstancias, Méjico, con más experiencia, es buen referente para Colombia, porque tiene problemas similares en sus relaciones con Estados Unidos, como el narcotráfico, los ajustes al libre comercio, la interpretación de la deuda externa y la crisis migratoria, la visión ambiental y, sobre todo, una diferencia ideológica profunda, que encarnan López Obrador y Petro.

La alianza entre Méjico y Colombia es necesaria en la política antidrogas, que ha sido un total fracaso, tanto para combatir la producción y los carteles en ambos países, como para controlar el consumo en Estados Unidos. El negocio de las drogas ilícitas, que globalmente alcanzaba 352 mil millones de dólares en 2015, ha afectado el tejido social e institucional en Méjico y Colombia mucho más que en cualquiera otra nación, con violencia exponencial. Una alternativa de solución conjunta facilitaría el giro norteamericano frente al control de su consumo interno, y en cuanto a nosotros en temas de extradición, sustitución de cultivos, lavado de activos, reinversión social de capitales narcos recuperados, control de insumos químicos y armas, entre otros puntos. Méjico y Colombia no pueden seguir siendo víctimas mientras el consumo en Estados Unidos se mantenga.

Del mismo modo, la revisión del Tratado de Libre Comercio entre Méjico, Estados Unidos y Canadá, es una valiosa experiencia para Colombia, dado que el gobierno Petro pretende reajustar el nuestro con Estados Unidos. Seguramente, para López Obrador también resulte atractiva la protección de la Amazonia a cambio de compensación de deuda externa, que Petro sostiene. Colombia, en contraprestación, podría respaldar a Méjico en la búsqueda de soluciones a la crisis internacional migratoria que tanto afecta su territorio, y que se explica en parte por la pobreza que la globalización ha acrecentado en toda la región. 

El mejicano promedio poco sabe de América Latina, pues ha sido aculturizado en sanduche, con una gran potencia encima, y unos países pequeños y débiles abajo, como los centroamericanos. Pero entre López Obrador y Petro, siendo el primero más moderado, hay bastante identidad por interpretación de la historia e ideología.

No se trata de generar roces con Estados Unidos, que por reacción desestabilizaría las dos naciones, sino de encontrar reciprocidad para superar grandes problemas, como el narcotráfico y el desequilibrio comercial, y para impulsar políticas globales, como la defensa de la Amazonia y algunos ajustes necesarios al orden económico internacional.                                                                         

jaime.bue@hotmail.com

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