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Los retos del legado de la verdad en frontera
Aún nos queda mucho por escuchar, decirnos y reparar.
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Viernes, 21 de Octubre de 2022

A casi dos meses de conocer el informe final de la Comisión de la Verdad y revisar algunas de las alternativas para motivar el legado en la región de Norte de Santander, surgen algunas inquietudes, que de manera prospectiva se convierten en retos para asumir a favor del legado desde el territorio fronterizo.

Uno de ellos, es que pese al gran esfuerzo de la Comisión de la Verdad para documentar lo sucedido en línea fronteriza, no fue posible contar con la apertura del vecino, Venezuela, pues sin relaciones consulares, la frontera cerrada y la mala relación que creo el Gobierno pasado, no fue posible encontrar información de primera mano desde territorio venezolano, información que lograra esclarecer uno de los eslabones casi perdidos del conflicto armado colombiano, que el conflicto armado superó fronteras y que ningún proceso de paz hasta ahora ha logrado reparar a las víctimas del conflicto armado de hechos victimizantes, perpetuados por grupos armados ilegales colombianos desde el territorio venezolano.

Víctimas de masacres, desapariciones, homicidios, secuestros, torturas, reclutamiento forzado, desplazamientos, entre otros hechos victimizantes, las cuales no fueron reconocidas por la unidad de víctimas, por el concepto de que los hechos ocurrieron en Venezuela y no en Colombia.

Sobrevivientes y familiares afectados, que hoy, aún esperan más allá de una reparación administrativa, se garantice el derecho a la verdad, al menos una respuesta de lo que pasó.

Parte del legado también será aunar esfuerzos a favor de esta verdad, que el conflicto armado también superó la línea fronteriza, y que aún nos queda mucho por escuchar, decirnos y reparar.

Un segundo reto para el legado de la verdad desde la región frontera de Norte de Santander, tiene que ver con el hecho de ser una región que se resiste al acuerdo de paz, una ciudadanía caracterizada por apostarle a una visión de Paz distante a la que se plasmó en el acuerdo, dirigida por sectores opositores a la posibilidad de hacer memoria, sectores que difieren de modelos alternativos de justicia para la no repetición, sectores también salpicados por la memoria y la verdad, que les cuesta comprender aquello de lo extrajudicial, aquellos sectores que no pueden perdonar lo que nunca les hicieron.

Fue muy cómodo hablar de la verdad, de los casos expuestos para la frontera y de Norte de Santander, con los mismos sobrevivientes, que con gran valor participaron convencidos de que su historia aportará para que lo que les sucedió, no les sucederá a otras personas, seres humanos de una grandeza admirable, los cuales conversaron con una ciudadanía en su mayoría convencida del proceso, comunidades de profesionales, jóvenes, docentes, servidores públicos, líderes sociales, líderes de víctimas, convencidos del poder de la paz, entendidos de la importancia de este acuerdo.

El nuevo reto que le queda al legado de la verdad desde este territorio es cómo lograr que los opositores de la paz, dirigentes políticos, docentes, comerciantes, servidores públicos, fuerza pública, ciudadanos del común, gente de bien, entre otros, lean, observen o escuchen apartes de los informes de la Comisión de la Verdad, analicen, argumenten su oposición, discutan y por lo menos se vayan pensando sobre lo que se documentó con gran esfuerzo.

El legado en esta región especialmente deberá ser muy creativo, a favor de los que el padre Francisco de Roux a su inicio llamó la verdad no jurídica, una verdad humana con visión reparadora, una verdad lo más concreta posible, física, que logrará contemplar el sufrimiento causado por el conflicto armado interno, una verdad con horizonte de reconciliación, pensando en la convivencia en las regiones.

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