A pesar de los escándalos recurrentes sobre actos ilícitos, de las denuncias de los medios o de veedores bien documentados con respecto a lo mismo, de las evidencias del mal manejo de los recursos públicos en entidades oficiales, la permisividad sigue. Los nidos de corrupción son tolerados con descaro por quienes ejercen funciones de control. Y el abuso de poder tiene defensores acuciosos y eficaces. “No importa que robe con tal de…”, es una justificación acuñada en beneficio de quienes delinquen. Y cuando son tocados por sus desvíos los de cuello blanco, se les trata con excepciones de alivio. O se declaran “perseguidos políticos” y hasta acuden a instancias internacionales con el ánimo de tapar sus culpas.
Por ejemplo, a las críticas que se han hecho a la concesión del alumbrado público de Cúcuta por 30 años a una empresa acusada de nocivos antecedentes y en condiciones que se consideran desventajosas para el municipio, se ha respondido con argumentos deleznables. Se busca con ello consolidar un multimillonario negocio, así los ´beneficios´ para la ciudad sean migajas de quienes se apoderaron de un cuantioso botín. Pero esta es apenas una de las perlas de ese largo collar de depravación y de depredación que se volvió corriente en Colombia.
Son varias las piezas que hacen parte de ese entramado de negociados. Van desde los viciados regalos mediante el programa Agro Ingreso Seguro, pasando por el asalto de los Nule al Distrito Capital de Bogotá, el despojo de tierras bajo presiones a sangre y fuego, las picardías de Interbolsa, las operaciones montadas con la construcción de la refinería de Cartagena, hasta los enredos en contrataciones de vías con sobornos y algo más.
Es la acumulación de turbideces, a ritmo de audacias y ambiciones muy bien calculadas en las posibles utilidades.
Todo eso ha debilitado la economía del país con efectos ruinosos en lo social. Los recursos de los cuales se apoderan los círculos con acceso al manejo del poder, le restan soluciones a graves problemas de la nación. Se recorta la atención a la salud, de hace deficitaria la educación y se descuidan otros frentes que requieren atención especial.
La verdad es que la corrupción les quita mucho a los colombianos. Todo lo que se va por esos canales de picardías lleva a desatender asuntos de atención prioritaria. La depredación que causa el abusivo manejo de los recursos públicos debilita al Estado en su función social. Es un problema ante el cual los partidos y las organizaciones sociales han perdido su función crítica.
Como la paz debe traer nuevos aires a la nación es de esperar que se ejerza una veeduría de control que le ponga freno a tantos desvíos que generan desajustes y recortan satisfacciones a necesidades de primer orden.
Puntada
Pepe Sánchez estuvo en los escenarios de Colombia con su recio talento de creador. Le aportó al teatro y a la televisión su inteligencia y su fluida capacidad de actuación. Su muerte deja un espacio vacío, como dice la canción. Y aprecié también en él su talante de amigo y la vitalidad de sus convicciones.
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Para todos, feliz Navidad.