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“Lo niego todo…
…incluso la verdad”.
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Sábado, 7 de Agosto de 2021

Empiezo así, robando a mano desarmada el verso del maestro Sabina, que es alumno, niega cuando afirma y afirma cuando niega. Parto de aquí para adentrarme —no tanto, no tanto— en el esclarecedor mundo de la negativa y la repulsa, en estos tiempos en que nada es lo que era ni hace falta, en estas eras cuando todo es lo que fue y será lo que se ignora.

Cuando la verdad incomoda o negarla es consolador, surgen grupúsculos o verdaderas muchedumbres y salen a vociferar Noes en garganta y pancarta. No, Not, Ne pas, 不要 (léase bùyào). ¡En Wuhan bùyào! “Que no, María Cristina que no, que no”, cantaba Ñico Saquito (gracias Don Google). “Que no, que no, que el pensamiento / no puede tomar asiento” agregaría Aute. Y así, el cancionero podría seguir negando lo innegable sin pretender —claro— la fundación de un nuevo culto. Cosa que sí han hecho algunos iluminados e iluminadas que predican esta religión sin deidad y sin credo porque “non credo”. Non credo que en Auschwitz exterminaron más de un millón de judíos, non credo que ahora los judíos roban día a día la tierra Palestina, non credo que lo de Franco fue una dictadura. Señoras y señores, adolescentas y adolescentos, niñas y niños: el Negacionismo está aquí. No creo, del verbo creer, no del verbo crear. No creo en virus, ni en Miley Cyrus, No creo en pandemias ni en academias, No creo en mi espejo, ni en el de la luna, menos en la vacuna. Lo niego tó. ¿Que me tome la sopa? No. ¿Que me puedo contagiar? Sí pero No. ¿Que puedo contagiar? No, las gripitas No se transmiten, se adquieren. ¿Que por qué No llevo mascarilla? Porque No. No me diga que el tal bicho No desaparece cuando voy al restaurante. No me diga que No se esfuma cuando fumo en el café. No me diga que No va a la playa porque le fastidia la arena. No.

¿Será que son muy machos o muy machas? ¿Muy tontas, muy tontos? No. ¿Quieren vivir la vida que dura tan poco? Tal vez lo consigan. ¿Quieren morir jóvenes para dejar un lindo cadáver? ¿Será que me estoy volviendo chocho? Nooooooo-ó ¡qué va! No creer es un derecho, como creer es otro. La evidencia es la evidencia y el embuste es el embuste. ¿Egoísmo puro e inmaduro? ¿Individual? ¿En caterva? A ver, todos a conjugar: Yo contagio, Tú contagias, Él contagia, Ella también. Nosotros nos contagiamos, Vosotros os vacunáis, Todos morimos; tarde o temprano pero estiraremos la pata. No me digan que No. Entonces, señorita negacionista, señorito negacionisto, ¿les apetece que les tosa un mojito en las fauces, que les estornude un gin & tonic en el hocico? ¿O qué tal un coctelito de Remdesivir agitado no mezclado; o un Sarilumab con mucho hielo, unas gotas de Interferón Beta más una rodaja Anakinra? (Gracias Doña OMS). Una delicia, estarán en cama separada y atendidos por unas camareras que van de astronautas como en un Halloween interminable. Chévere. Guay.

Y para cerrar con más música y que no pare la fiesta, citemos al gran Lennon que cantaba: “I don’t believe in magic”, ni en el I Ching, ni en Elvis, ni en Jesús, ni en los mismos Bítles: Dudemos hasta de la duda, digamos que dijo Descartes y mientras siga sonando el sonajero, esperemos hasta que el No parezca Sí, hasta que el Sí parezca un Quizás, hasta que el papel higiénico escasee otra vez y los contradictores acudan con apremio —raudos y creyentes— a dar otro uso a las mascarillas.

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