En los últimos setenta años de la región, el intelectual de mayor profundidad e importancia en la vida del Norte de Santander ha sido Jorge Gaitán Durán. Por estos días se hacen eventos recordando los 100 años de su nacimiento, poeta que muriera a muy temprana edad cuando aún no llegaba ni a sus 40 años. Ahora que ya está pavimentada la carretera central que nos lleva a Bogotá, vía Chitagá, páramo el Almorzadero, por un hermoso paisaje se toma una estrecha vía que nos acerca a la finca Siberia, lugar en el que creció y pasó sus primeros años de vida. Uno de sus logros más importantes desde donde hizo conocer sus opiniones literarias, críticas y de cuestionamiento a la sociedad, fue la revista Mito.
En ella tuvo ocasión de denunciar un fallo judicial por hechos que sucedieron por la zona de Chitagá, en la que un marido para asegurar la castidad de su mujer, le mandó hacer un cinturón de púas. Mientras la justicia recogía una y otra prueba para condenar al enfermo hombre, antes de la sentencia, logró fugarse. En alguna entrevista expresaba Gaitán Durán que las ciudades que más quería en su vida, eran Cúcuta y París. Siendo columnista del Espectador, frecuentemente expresaba sus mayores preocupaciones sobre esa Colombia de los años 40 y 50 que vivió.
En una carta famosa al ministro de educación de 1958 expresaba su rechazo por la censura que el gobierno de la época a la película “Rojo y negro” con el argumento de tratarse de un filme en el “que la inmoralidad sexual linda con la pornografía y el ataque soez y la religión de la inmensa mayoría de los colombianos”, pero más que ello, Gaitán Durán que había escrito un ensayo sobre el Marqués de Sade tenía razones para tener otras opiniones; pero más que la anécdota, escribía sobre política, en aquellos años en los que se respiraba un tenso clima político en el país después de la caída de Rojas Pinilla, que me recuerda en algo – 60 años después – con lo que sucede hoy en día con los diálogos de paz con el ELN. Por aquellos años decía el poeta:
“Colombia es un país que ha escogido la inmovilidad. Esta es la patria de las soluciones fáciles, y la solución más fácil de todas es la burocracia, cada cual se aferra a esa pequeña porción de comodidad”. Es eso lo que sucede con el actual proceso de paz, 60 años después el mando superior de la guerrilla que viven cómodamente en la Habana, no tienen mando, sus grupos en todas las regiones se dispersaron.
Los que están en la Habana ya viven en la comodidad de la Habana, que sin duda las hay muchas: los restaurantes la Bodeguita del Medio, la Floridita en donde bebía Hemingway, mientras los de la guerrilla de aquí, sin ninguna orientación política, descontextualizados, cada día se acercan más al delito.
Seguramente por mucho de eso, Jorge Gaitán, probablemente decepcionado e incrédulo por lo que vivía el país por aquellos años – igual que ahora- le escribía otra carta a sus amigos: “Me vine a París con no pocos trabajos, pero es mejor que estar en Bogotá, soportando tanta imbecilidad y mala fe. Trato de ponerme al día conmigo mismo. Trato de estudiar y escribir”. Muchos de estos escritos y reflexiones aparecen en un libro excelente “Un solo incendio por la noche”, publicado por la Casa Silva.