Un parlamentario noruego propuso al presidente Gustavo Petro al premio Nobel de Paz por su “innovadora política” de negociar con cualquier grupo armado de crimen organizado. Sería paradójico que las FARC impulsaran dos Nobel de Paz; el primero por el acuerdo y el segundo por no cumplirlo. Aunque Petro merece otros Nobel. El de medicina por su teoría de la pandemia del covid producido por el cambio climático; el de física por su concepto de etnia cósmica; el de economía por su teoría del valor del subdesarrollo; el de literatura, por su apego a la literatura absurda y el de química por su efecto antiMidas, todo oro que toca lo vuelve basura.
Merecidísima nominación la del Nobel de la Paz que clarifica internacionalmente al gobierno Petro como el continuador del anti-institucionalismo santista. Ambos son “líderes”megalómanos con moral débil, dispuestos a destruir la institucionalidad del país en el nombre celebérrimo de la falsa paz para Colombia, pero que da reconocimiento internacional a dos egos inflamados. Santos violó la voluntad popular del plebiscito y Petro actúa inconsultamente; él es el Estado.
No es coincidencia que Santos impulsara la campaña de Petro presidente, con la estrategia del falso centro.Santos llegó al poder por su abyecta y falsa admiración por Álvaro Uribe, a quien después traicionó; Petro después traicionó a Santos. Así actúan esas personalidades.
Juan Manuel Santos con el apoyo de la izquierda internacional y algunos "negocitos" con Noruega, logró su Nobel a pesar de violar la voluntad popular y romper la institucionalidad. Petro llegó como opositor de Uribe con el apoyo del santo-samperismo, quienes pensaron que podrían manejarlo, estrellándose al entender que Petro tiene las defensas morales tan bajas como las de Santos y Samper y el ego tan grande como el de Santos.
Para Petro no hay ley que lo detenga para lograr la “paz total”, como enseñó Santos, por lo que su nominación y posible premio ideológico sería merecidísimo y muestra la coherencia de Noruega en importarle un carajo el futuro de Colombia.El Nobel de Paz a Petro permitirá desenmascarar el "publicitado" centrismo de Santos y ubicará en ese Olimpo los dos presidentes que más daño le han hecho a Colombia.
Noticula: Ver a Estados Unidos pasar de corregidor imperialista de su patio trasero latinoamericano a proxeneta de los gobiernos izquierdistas en el sur de América y el Caribe, me lleva a preguntarme: ¿qué será lo que quiere el gringo?
El 11 de septiembre de 2001, el terrorismo fundamentalista islámico, planteó una guerra civilizacional que conmovió a Estados Unidos hasta sus cimientos, que como error histórico tenía al frente del país al petrolero George W. Bush. Su absurda invasión de Irak, más por razones de flujo de hidrocarburos que por una estrategia para enfrentar el reto civilizacional, significó el desastre de esta guerra, que se “ganó” en una semana y se llenó de muertos estadounidenses después de la paz, hasta la huida vergonzosa de allí y de Afganistán. Eso fortaleció la corriente progresista interna que empezó a “estudiar” el declinamiento de Estados Unidos e impulsó la teoría de la “realpolitik”, que sostiene que un mundo multipolar tiene varias potencias intermedias que tienen “derecho” a defender su “percepción de seguridad”, excepto las democracias occidentales. Putin ha actuado en esa lógica.
La Secretaria de Estado, llena de “progresistas” obamistas que ven la “necesidad” de la real politik, impulsaron el retiro de sanciones al regimen de Maduro, la liberación de Saab y las muy “buenas relaciones” con la administración Petro; sabían que la excusa de elecciones en Venezuela era falsa.Ante la grave situación mundial, Latinoamérica pierde importancia en seguridad y su política exterior gringa se dejó a los burócratas progresistas. El problema es que como con los misiles rusos en Cuba, los ataques iraníes sobre Estados Unidos pueden venir de Venezuela; sorpresivamente, como el 11S. La burocracia exterior progresista de USA es el riesgo de seguridad más grave del hemisferio.
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