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La urgencia de un cambio político sereno
¡Que a Colombia le vaya bien el domingo!
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Sábado, 28 de Mayo de 2022

Vivimos las horas finales y definitivas de una campaña política sumida en unas condiciones bien atípicas, con amplios sectores ciudadanos, de ricos a pobres, que están como se dice coloquialmente, mamados y reclamando casi con angustia “un cambio”, indefinible pero necesario. Una campaña desarrollada en medio de una coyuntura electoral donde afloró con particular fuerza, la gran crisis de la política, que es de vieja data, alimentada por el desgaste de unos partidos y políticos deslegitimados y desconectados de los reclamos de una ciudadanía en pie de guerra. Reina la desconfianza hacia ella en momentos en que es más necesaria; se rompieron las lealtades base del compromiso político y desapareció el sentido de pertenencia e identificación con un proyecto, un sueño compartido.

El vacío generado lo tratan de llenar transitoriamente coaliciones para agrupar debilidades electorales y figuras mesiánicas de corte populista que buscan ocupar ese vacío con una relación fuerte, emocional y directa del líder con su gente. Aunque la desconfianza está desbordada, la resignación no lo está y en esas condiciones votaremos el domingo.

En todo ese barullo sobresale una posición sensata que no se enreda en los ataques apasionados que hoy llenan el escenario electoral, capturado por las emociones y con ausencia de razones. Es la de Sergio Fajardo. Las preguntas que hoy rodean su candidatura son ¿Va a ganar? ¿Puede ganar, aunque las encuestas señalen que no ganará? No lo presentan con posibilidades de triunfar el próximo domingo por la sencilla razón de que su forma de hacer política y por tanto de tramitar su campaña, es contraria a la de los otros candidatos, con campañas preñadas de emociones, de ataques personales, de promesas generales, atractivas para quien las escucha desde su rabia, pero que estallan como bombas de fiesta cuando se las mira con la razón y no la emoción. Ha sido una campaña muy a tono con la moda, por cercana al espectáculo, semejante al frenesí del público en un concierto roquero, con el líder en la plaza pública repleta de fans, enfrentando solo a su público, a semejanza del cantante de moda proyectado por su fuerza taquillera; hoy hay políticos que son solo eso, taquilleros.

Lo de Fajardo está en las antípodas de esa situación, pues lo suyo, al igual que los cambios que propone es pausado, sin estridencias, sereno y reflexionado, como deben ser los cambios verdaderos, no el relumbrón del cambio; realistas y aterrizados para permanecer y transformar. Por eso, Fajardo debe ganar este domingo, por el bien de Colombia, de nuestro futuro como país, de nuestra democracia, Debe ganar por lo que propone, por su talante democrático y transparente, por su experiencia y realizaciones, por el equipo que lo acompaña.

Su triunfo, nuestro triunfo, depende de nosotros, de nuestra decisión y voto. Que estas últimas horas antes del domingo, sean un momento para la reflexión, más allá de la simple emoción. La elección no se gana en las encuestas sino en las urnas, vieja verdad que suele olvidarse en medio del bombardeo mediático. La primera vuelta, la del domingo, existe para que lleguemos a la urna únicamente de la mano de nuestra conciencia. Mi voto finalmente lo decido yo; no necesito que me lo manipulen con propaganda y mensajes confundidores. Insisto, aprovechemos estas últimas horas para reflexionar sobre cómo votaremos; nada está jugado. 

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