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La tierra del olvido
La prueba fehaciente de que no existe descentralización.
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Sábado, 15 de Agosto de 2020

Quizá una de las mayores falacias institucionales en Colombia, la constituye la descentralización, la cual supuestamente otorgó a los departamentos y municipios, la autonomía para su manejo político, administrativo y fiscal. La triste realidad es que tan sólo permitió la elección popular de gobernadores y alcaldes, pero no distribuyó de manera adecuada las competencias y los recursos entre la nación y las regiones.

La prueba fehaciente de que no existe descentralización, es la necesidad de que el gobierno central mire con buenos ojos la región para lograr inversión en proyectos de desarrollo que garanticen la posibilidad de transformar la calidad de vida de nuestra gente. Esto hace que los paupérrimos presupuestos públicos municipales se ejecuten en minucias de día a día, con bajísimo impacto económico y social.

En la actualidad se cumplieron dos largos años del actual mandato presidencial y para Norte de Santander en este tiempo, lo único positivo son las pruebas de covid-19 que cada día arrojan más coterráneos afectados. Las alocuciones presidenciales, según cuentan los que todavía las observan, el Presidente da cuenta de las grandes inversiones que hace en el país y a nuestro departamento no lo nombran para nada y eso que porcentualmente hablando fue el departamento que mayor votación aportó para la elección del Presidente Duque.

Como si fuera poco el olvido institucional, hoy desplazamos a Nariño con el mayor número de hectáreas cultivadas de coca y ocupamos el primer puesto a nivel nacional, lo que deja entrever la falta de presencia estatal, no en tropas de las cuales hay suficientes, sino en inversión social. Asimismo, en vez de estar discutiendo la forma de proteger nuestros ecosistemas, quieren permitir la explotación minera en el Páramo de Santurbán, lo que afectaría  este valiosísimo ecosistema y por consiguiente la principal fuente de abastecimiento de agua del  oriente colombiano. 

Del centro del país hoy día lo único que nos llega son buses llenos de migrantes venezolanos que se quedan parqueados en nuestro territorio sin poder cruzar la frontera, sin elementos de bioseguridad, con hambre y en condiciones infrahumanas. Ya son centenares de ellos, literalmente botados en las calles y algunos con mayor suerte en albergues improvisados esperando el turno para entrar a su país.

Razón tenía el expresidente Samper, cuando refiriéndose al Catatumbo dijo “estábamos mejor, cuando estamos peor”. Antes sólo nos preocupábamos por el desempleo del casi 19% y la informalidad del 71%, el cierre de la frontera y la inseguridad. Ahora ya no sabemos por qué más preocuparnos, cada día somos sorprendidos con masacres, nuevas bandas criminales, corrupción y todo lo que uno pueda imaginar. La pandemia nos encerró en las casas y está convirtiendo a nuestro departamento en la tierra del olvido. 

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