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La magia del paraguas
Los del Ideam andan tan despistados en pronósticos del clima, que ya nadie les cree.
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Miércoles, 7 de Diciembre de 2016

Debo decirlo de una vez por todas, sin rodeos, nombrando a cada cosa por su nombre, porque desde niño aprendí que al pan, pan, y al vino, vino. O como decía mi abuela y todas las abuelas del mundo: Las cuentas claras y el chocolate espeso. Y lo digo ahora que el invierno parece que llega y no llega. Caen de pronto unos aguaceros que inundan casas, tapan alcantarillas y causan derrumbes, y al otro día el sol vuelve a brillar con intensidad como si nada hubiera ocurrido.

Y es que en asuntos de clima sólo mi Diosito sabe cómo va a ser la movida,  ayudado por sus asistentes en estos menesteres climáticos, San Pedro y San Isidro. De San Pedro, dicen que es el que maneja las palancas del sol y de la lluvia. Fíjense que hablan de palancas, como en el siglo pasado, y no de botones o de controles digitales, como es lo moderno, lo que quiere decir que en el cielo se quedaron atrasados en cuanto a progreso e innovación.

De San Isidro dicen que quita el agua y pone el sol o viceversa: manda el agua y quita el sol. En los campos y veredas aún se hacen rogativas al santo, para pedir cambio de clima. Y el santo escucha las plegarias y concede los favores.

Vale la pena señalar que los del Ideam andan tan despistados en pronósticos del clima, que ya nadie les cree. Cuando dicen “lloverá”, es que va a haber sol, y si presagian “días de sol ardiente” es que caerá la lluvia.

Recuerdo en Las Mercedes al burro de Moisés Guerrero, del que ya en una ocasión hablé, que a veces, sin que hubiera señal alguna en el cielo, empezaba a rebuznar con insistencia y a lanzar sonoros ventorreos que se escuchaban en todo el pueblo. “Va a llover”, decía la gente, y, en efecto, esa tarde era de lluvias. No fallaba una, el burro de Moisés Guerrero.

Pero dije que iba a hablar sin rodeos, porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Es lo que dice la sabiduría popular, porque no se crea que la sabiduría es de los encopetados que hablan bien y ocupan cargos importantes. No, señores. Y perdónenme la insistencia. Los de abajo muchas veces son más sabios que los de arriba.

Ahora sí, al grano, como dijo la gallina. Suponiendo que las gallinas hablaran. O tal vez hubo una época en que los animales hablaban, según se desprende de las coplas: Esto dijo el armadillo… O de las fábulas: Le dijo el zorro al león… O de las leyendas: Había una vez un perro que convidó al gato a huir de la casa… Y no sólo los animales hablaban. También algunas cosas: Cuando las enjalmas hablaban…

Todo esto para hablar de la magia de los paraguas. Pues ha de saberse que la magia no es exclusiva de los humanos. Hay magia en muchas de las cosas que el hombre usa, como el paraguas en invierno. Hago la aclaración “en invierno”, pues si se usa en verano para protegerse del sol, ya no es paraguas sino sombrilla. Y es una de las diferencias notorias que los usuarios deben tener en cuenta: ¿Qué va a comprar, un paraguas o una sombrilla?

Por estar en estas disquisiciones se me olvidó qué era lo que iba a decir de la magia de los paraguas y el espacio se me acabó. Es que el olvido es una de las cosas que más nos hace daño a los humanos. Se olvida al amigo, se olvida a la novia, se olvida al que nos hace un favor, se olvidan las promesas, todo se olvida. Se me olvidó lo que iba a escribir. Otro día será, si no se me olvida.

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