No tiene sentido afirmar en el Plan de Desarrollo de Cúcuta que la cultura es un “factor clave para el desarrollo humano” y que “contribuye a resolver los problemas de la pobreza, la desigualdad, la violencia” y sea tan tímida en sus propuestas. Si realmente se considera relevante y necesaria, las metas son poco ambiciosas, cortas para ser consecuentes en el papel.

Hay cosas positivas, por lo menos en lo propuesto para cultura, pero lamentablemente mezcladas con lo regular. Aplaudo mantener el programa de estímulos a los creadores y artistas locales, pero no está nada bien incrementar solo 14 para el cuatrienio. Quisiera leer transformaciones más ambiciosas como la que se proponen de aumentar las escuelas de formación artística, estas evidentemente han demostrado tener un buen impacto en las comunidades, lo que no es claro es si son escuelas o “cursos” como dice allí, eso inquieta.

Es positivo querer aumentar en casi 10.000 los usuarios atendidos en las bibliotecas de la ciudad, pero creo que confunden usuarios con servicios bibliotecarios. Un usuario puede acceder a varios servicios en la biblioteca y las mediciones son diferentes a las planteadas. Lo que es un contrasentido en esa meta, es afirmar que las bibliotecas son “escenarios culturales, centros dinámicos de pensamiento, investigación y gestión de las artes”, describirlas como “centros vivos de aprendizaje, encuentro y transformación social” y se planee construir una sola. El alcalde dijo en su programa de gobierno, específicamente, comprometerse “a promover la lectura y elevar los indicadores de lectura de la ciudad”, pero como está, no es evidente.

Hay un lenguaje excluyente al hablar de algunas áreas artísticas, quizás no es intensional, pero la única vez que se menciona un Museo es para proponer la creación del de memoria histórica, mezclado con un laboratorio multimedia. La palabra cine no aparece, teatro es mencionado para el de Atalaya que está en estado cataléptico, las únicas bandas que se mencionan son las delincuenciales y la del Indio, maravillosa su presencia allí, pero ninguna relacionada con las de música que de hecho, junto a las otras artes, se asumen todas en una sola bolsa y están escasas entre las líneas.

Me pregunto ¿cómo se propone a “Cúcuta ciudad destino” sin una sola apuesta para construir un diálogo de ciudad con sus saberes y sus artes? Este punto es una apuesta ambiciosa, pero sin dientes; para consolidar a la ciudad dándole un “valor turístico a los distintos procesos artesanales (…) y emprender acciones para consolidar a Cúcuta como una ciudad comercial, turística y cultural”, no van a ser suficientes las metas propuestas: 1 centro turístico construido, 2 documentos de investigación, 1 servicio al año de apoyo financiero para la competitividad turística y 12 en asistencia técnica. Si bien se planean construcciones e infraestructuras, puede acabarse el cuatrienio sin que las veamos.

Fortalecer a la ciudad e impulsar las economías y el turismo cultural para generar ingresos, empleo e inversiones, requiere una apuesta más aguerrida y destinar más recursos propios para lograrlo. La crisis de valores, de intolerancia, de violencia, de oportunidades que atraviesa Cúcuta se combate con la cultura, y es necesaria su gestión económica hoy como nunca antes.

La propuesta cultural del Plan de Desarrollo es discreta, parece encaminada a mantener las cosas como están y a no incrementar el presupuesto. Son las apuestas arriesgadas, Alcalde, las que preservan el patrimonio, las que fomentan las arte, estas ayudan a arrancar a jóvenes y niños de los escenarios perversos en los que se mueven y lo planteado no parece tener ese camino. Hay tiempo de ajustar estos indicadores, de realizar un vuelco real en la ciudad, usando la cultura como la herramienta transformadora que es.

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