La invitación de José Miguel González, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, para participar en la “Expogestión Frontera 2015, me entusiasmó. Fue una oportunidad de presentar mi visión sobre la dinámica fronteriza y encontrarme con antiguos amigos y colegas.
La conferencia reunió un grupo grande de empresarios, dirigentes cívicos y gremiales y estudiantes. Contó con los aportes de destacados dirigentes y académicos, nacionales e internacionales. Sembró conocimientos e inquietudes entre todos los asistentes sobre la importancia de la educación, como herramienta transformadora, y la urgencia de que innovemos, si queremos que nuestra economía crezca vigorosamente y cree nuevos y mejores empleos formales.
Como le conté a la audiencia, a pesar de que, por razones familiares y laborales me fui a vivir al exterior hace más de 23 años, a mi ciudad nunca la dejé. La mantengo en mi mente y en mi corazón y la visito por lo menos tres veces al año. Nunca he dejado de ser cucuteña.
Me correspondió introducir el conversatorio entre Ricardo Hausmann, una de las estrellas del evento, investigador de la Universidad de Harvard y excolega mío en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Fernando Castro, el nuevo presidente de Bancoldex y Fernando del Corte, exitoso empresario nortesantandereano.
En mi introducción destaqué cómo el eje transfronterizo conformado por Cúcuta y su área metropolitana, a este lado, y San Antonio-Ureña-San Cristóbal, al otro, históricamente, y en virtud de la dinámica de las relaciones comerciales, laborales y sociales, se adelantó en muchos años a iniciativas nacionales de integración. Durante mucho tiempo, las fronteras aquí no eran porosas sino invisibles.
A pesar de pasadas dificultades coyunturales de origen político, en uno u otro país, la dinámica fronteriza se respetó y mantuvo, hasta hace poco. Con la llegada de Hugo Chávez al poder, primero, y más notoriamente, con el ascenso de Nicolás Maduro, como su heredero, la visibilidad de la línea limítrofe se ha vuelto no sólo obvia sino inquietante, con cercas de púas en los puentes que nos conectan, y con presencia amenazante de miembros de la Guardia Nacional y del Ejército del país vecino, armados hasta los dientes.
El día anterior al inicio de “Expogestión”, Maduro ordenó el cierre de la frontera por 72 horas. La movilidad de las personas y el comercio binacional se suspendieron. Ayer, Colombia fue sorprendida una vez más, con la declaratoria de un estado de excepción en el Táchira y el anuncio del cierre fronterizo indefinido y por largo tiempo. La excusa es la de un enfrentamiento entre militares y un pequeño grupo de supuestos contrabandistas, con el resultado de tres uniformados heridos.
Maduro prosiguió con el retumbe de tambores de guerra, el traslado a la frontera de 200 paracaidistas y 500 efectivos de una fuerza especial del ejército, redadas en comercios y en hogares de colombianos en el Táchira. No sabemos cuántos han sido detenidos. Otros ya han sido expulsados.
El presidente Santos ha hecho bien en tomar en serio la situación y enviar de inmediato a su Ministro del Interior, para tratar de apoyar a la región y a sus habitantes en esta emergencia.
Es evidente que, con esta situación fronteriza y las perspectivas de mediano plazo, las conclusiones y recomendaciones del foro de la Cámara de Comercio resultan todavía más pertinentes. Nuestros mandatarios tienen la obligación de promover una revolución educativa, que permita el pensamiento crítico y la creatividad de los alumnos, y nuestra dirigencia empresarial debe promover intensamente la innovación, de manera de competir exitosamente en los mercados nacionales y en países distintos a Venezuela. ¡Tenemos alternativas!