La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
La cita es con Villacaro
Se trata en esta Cita de hacer un recorrido por los pueblos y veredas de Norte de Santander.
Authored by
Miércoles, 10 de Agosto de 2016

Hace algunas semanas, sus paisanos de Villacaro le rindieron un homenaje de gratitud a Miguel Andrade Yáñez por lo que ha hecho por su poblado. El acto fue muy bonito, el auditorio se abarrotó y nos cogió la noche saboreando la velada y el vino.

Pero de eso tan bueno no dan tanto en tan poco tiempo. Quiero decir que los asistentes quedamos con ganas. Con ganas de más danzas, de más música de requinto, de más expresiones de la cultura villacarense.

De modo que los de la Academia de Historia les dijimos a los de Villacaro que participaran en el programa que realiza la Academia: Cita con la Historia. Y nos cogieron la caña.

Se trata en esta Cita de hacer un recorrido por los pueblos y veredas de Norte de Santander, resaltando lo más importante de sus vidas: personajes, costumbres, leyendas, tradiciones y, por supuesto, algo de historia.

Así, bajo la dirección del presidente de la Academia, hemos tenido Citas con Chinácota, Durania, Bochalema, Gramalote, Ocaña y Bucarasica, y esta vez nos adentraremos por los caminos de San Pedro, como alguna vez se llamó Villacaro.

Personalmente yo tengo muy buenos recuerdos de Villacaro. Cuando niño, los arrieros llevaban a Las Mercedes unos quesos muy sabrosos. Decían que eran de Villacaro. No sé si sería cierto, pero los quesos eran deliciosos. Fue mi primer contacto con dicho municipio.

Conocí también en mi niñez a uno de los primeros corregidores del pueblo, Adonías Ordóñez. Decían que había llegado de Villacaro y que tenía parentesco con el padre Raimundo Ordóñez Yáñez, el fundador del pueblo. Don Adonías, como lo llamábamos, era un señor alto y fornido, con vozarrón de líder, que trabajaba y se preocupaba por el pueblo.

El hecho de ser familia del fundador, y un revólver 38 largo que siempre llevaba al cinto, a la vista de todos, eran motivos suficientes para obedecerle. Llevaba los borrachitos molestosos a la guandoca, y al otro día los ponía a trabajar en la plaza. Llevaba de las orejas los niños vagos, a la escuela. Y los domingos se paraba en la puerta de la iglesia a ver quién no cumplía con aquello de “santificar las fiestas”. El procurador de hoy le habría quedado en pañales.

Un día se corrió la voz de que los palmeros (habitantes de La Palma), liberales, se iban a tomar el pueblo. Don Adonías recorrió las casas, organizó grupos de defensa con grasses, escopetas y machetes, y durante varias  noches los hombres se apostaron en las tres entradas del pueblo. Adonías iba de un sitio a otro verificando armamento, pertrechos y demás infraestructura de la guerra.

Las mujeres llevaban tinto y aguamiel caliente a las trincheras. El cura tenía lista la cajita de los santos óleos. Y el carpintero se preparó con varias docenas de ataúdes, para venderles a los palmeros. Pero alguien les llevó el cuento a los supuestos invasores, y los palmeros no llegaron.  

No llegaron, pero don Adonías cogió fama de guapo. “Con razón –decían los viejos-. Es que el hombre es de Villacaro y allá no dejan entrar ni al diablo en persona.” Cierto o falso, pero los chismes vuelan.

De modo que mañana, a las 4 de la tarde, en la Bilbioteca Julio Pérez Ferrero, tendremos oportunidad de conocer anécdotas, cuentos, historias y demás riqueza cultural de la boca de dos villacarenses, que conocen muy bien su historia, los doctores Miguel Andrade Yáñez, presidente que fue de la Academia de Historia de Norte de Santander, y Luis Ramón Giraldo Gutiérrez, exmagistrado y estudioso de la historia regional.

Así las cosas, mañana sabremos si es cierto lo que dicen de tan bravo pueblo y si Lucio Pabón Núñez es de Villacaro o de Convención, y por qué dejó de llamarse San Pedro, y por qué eran las peleas con Bucarasica por disputarse la cabecera municipal, y muchas más sabrosas historias.

Villacarenses y no villacarenses, están todos invitados a revivir la historia del pueblo donde hacían el mejor queso del mundo. Del mundo de mi infancia.

Temas del Día