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La agonía de nuestros ríos
Es lamentable su estado actual, solo se observan piedras y un delgado hilillo de agua, producto de las manos devastadoras del hombre.
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Sábado, 27 de Febrero de 2016

Que tristeza da observar el río Pamplonita, con un caudal mínimo, cual pequeña quebrada, rio que otrora fuera navegable según decían nuestros abuelos y que servía para el envío de mercancía desde Maracaibo y viceversa. 

Es lamentable su estado actual, solo se observan piedras y un delgado hilillo de agua, producto de las manos devastadoras del hombre, de la falta de control por las entidades encargadas de vigilar los recursos naturales, siendo sometidos a sacar material para levantar edificios, de manera incontrolada, perjudicando a la comunidad general, primando los intereses particulares sobre los generales, para ser utilizados en las trituradoras y posteriormente utilizarse en las construcciones. 

No nos preocupamos por el futuro de nuestros hijos, de los nietos y de la sociedad en general, aunado todo ello, a la destinación sin control adecuado de agua para riego, que disminuye el caudal de los ríos. 

Qué difícil es conseguir financiar obras de envergadura, como la represa del Cínera que sería la redención para nuestro departamento, porque además de ser sitio turístico sería la solución más adecuada para abastecer de agua a nuestras familias y a la gente en general. 

Igual suerte corre el río Zulia, que en otras épocas, era imponente, siendo lo que era hace treinta años o más el Pamplonita y se piensa acabar con esa fuente natural para traer el agua por bombeo al acueducto de Cúcuta, que voces expertas critican por el alto costo que ellas representan. 

Idéntica situación se vive con el río Algodonal en la provincia de Ocaña y que vergüenza con nuestros ríos insignias, el Magdalena y el Cauca.  

No miramos el daño que estamos haciendo a la naturaleza, como destruimos la vegetación en sus orillas, como aniquilamos la fuente natural de subsistencia para nuestros hijos en el futuro, que panorama les espera, mientras en Bucaramanga se construyó una represa que les garantizará el servicio de agua por muchos años, nosotros vemos con angustia, tristeza, como se va acabando el rio que diera origen a una hermosa canción, que ya no tiene razón de ser, como es la de Las Brisas del Pamplonita, de Elías M. Soto. 

Hoy era noticia en los noticieros que pasa desapercibida para muchos, como se tira a los ríos en Colombia el mercurio y hasta arsénico, en detrimento de los habitantes ribereños, sin que se impongan sanciones drásticas por envenenar tan preciado líquido. 

Desaparecen los páramos, se atenta contra la naturaleza y todos los años vemos las mismas noticias con el agravante que en esta oportunidad ha sido implacable el fenómeno de El Niño que nos tiene en tan difícil situación.

Ojalá el Gobierno Nacional, Corponor y los entes encargados de supervisar, controlar y vigilar los recursos naturales se preocupen por adoptar políticas serias que beneficien a la ciudadanía en general y no solo se adopten medidas tendientes a minimizar en el momento el impacto ambiental.    

Es hora que se asuman posiciones enérgicas, medidas drásticas, que se organicen y empleen los mecanismos tendientes a salvaguardar el patrimonio hídrico de los colombianos. Magnífica enseñanza nos deja la película el abrazo de la serpiente, donde los aborígenes cuidan, protegen la naturaleza y muestra los efectos de la mano del hombre que arrasa con la misma. 

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