En el gobierno de Petro todo escasea, salvo la mentira y la corrupción que campean a sus anchas. La gente, atónita, ve cómo día a día se nos desmorona el país y se pregunta qué nos van a devolver estos irresponsables activistas.
Lo primero que escasea es la autoridad. Comencemos por uno de los temas más críticos, el orden público. Está claro que desde su inicio este gobierno se propuso capturar y marchitar a la Fuerza Pública. Retiraron del servicio a 516 generales y coroneles, minaron la moral de la institución y su capacidad operativa. Hoy, más del 30 % del territorio colombiano es controlado por grupos criminales, en donde claramente gobiernan.
Ya desmontaron el servicio militar y han anunciado la cancelación del programa de sustitución de cultivos ilícitos. Todo hace parte de una estrategia muy bien definida y ejecutada. No me referiré en esta ocasión a la mal llamada paz total, que también hace parte de la misma estrategia de entregar el país a la delincuencia.
Escasea la salud. Fueron capaces, como se lo habían propuesto, y aun sin ley, de acabar con el sistema de salud. Primero lo asfixiaron, luego lo intervinieron y finalmente se apropiaron del sistema. Y ahora van a profundizar la crisis insistiendo en un proyecto que está orientado a estatizar lo que resta de aquel. Escasean las vacunas y los medicamentos neurólogicos, psiquiátricos, oncológicos y muchos de enfermedades crónicas.
Escasean la austeridad y la disciplina fiscal. Este gobierno gasta a manos llenas y promete subsidios multimillonarios a todos los colectivos que anima en su inalterable programa de compra de apoyos y conciencias de cara a las elecciones de 2026. Como escasean los recursos del presupuesto y cae el recaudo, presentará una nueva reforma tributaria que terminará asfixiando definitivamente la economía nacional.
También hay escaseces mentirosas como la del combustible para aviones, que se convirtió en la excusa para un contrato millonario que ya investiga la Contraloría. La que no es mentirosa, pero el Gobierno niega, es la escasez de gas. La realidad es que el país enfrentará un inevitable desabastecimiento de gas el próximo año. Sostiene el gremio, con razón, que se terminaron 45 años de autosuficiencia y nuestra soberanía y seguridad energética quedaron comprometidas.
También habrá escasez por el lado petrolero. Primero por causa de la fallida inversión con la Oxy. En segundo lugar, porque al menos la mitad de las compañías que operan en Colombia ya cancelaron o aplazaron sus nuevas inversiones. Al cambio en la política y la transición energética galáctica impulsada por el Gobierno se unen un incremento del 54 % en los atentados a la infraestructura petrolera, los bloqueos y las vías de hecho para que el panorama de esta industria de la que vive el país no pueda ser más desolador.
El paro de transporte es lo que faltaba para generar escasez en todos los sectores de la economía, de la producción y de los servicios. Nada se escapó a esta parálisis nacional cuyo referente no puede ser ninguno distinto a los paros promovidos por Petro y sus primeras líneas de cara a las elecciones de 2022. Todos hoy enquistados en el Gobierno y tomando de su propia medicina.
Mucho esfuerzo me costó la aprobación del art. 44 de la ley de seguridad nacional de 2011, que tipificó el delito de incitar, constreñir, dirigir o proporcionar los medios para obstaculizar las vías que afectan la vida, la salud, la seguridad alimentaria, el trabajo y otros derechos esenciales de las personas. Para esas conductas se establecieron penas de prisión y multas que, por supuesto, ninguna autoridad investiga ni aplica.
Finalmente, el Gobierno claudicó. Nos quedamos con las pérdidas multimillonarias del paro y además con un déficit de 11,97 billones de pesos, resultado del acuerdo, que se sumará a los 40 billones de déficit presupuestal para 2025 que terminaremos pagando en la reforma tributaria.
En lo que sí no hay escasez es en la robadera y la corrupción a manos llenas que parece haberse apoderado de todo el Estado.
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