La falta de instituciones que respondan por las necesidades de desarrollo de la industria se nota en primer lugar por la ausencia de iniciativas en búsqueda de ese objetivo.
Si se pregunta qué institución tiene a su cargo y está activamente trabajando para atraer a empresas extranjeras para establecer unidades de producción en las dos costas colombianas, sería una sorpresa que apareciera alguna entidad pública que dijera que lo está haciendo con algún grado de éxito.
Tampoco es probable que se pueda identificar una entidad oficial o una alianza público privada que esté trabajando para resolver problemas tecnológicos o para romper cuellos de botella.
No se vislumbra una cooperación entre Gobiernos a nivel nacional o local y universidades para crear programas de apoyo que les faciliten a las empresas industriales pequeñas y medianas acceso a la tecnología o para resolver sus problemas de ingeniería. Se carece de una política de Estado que establezca responsabilidades específicas para darle apoyo al sector industrial o a cualquier otro sector.
Se necesita que una organización o un grupo de ellas esté pensando de donde provienen las amenazas tecnológicas, advirtiéndoles estos peligros a las compañías o apoyándolas en su transformación antes de que el cambio tecnológico las deje sin valor dice Juan Benavides de Fedesarrollo.
Él piensa que estas transformaciones y la innovación no van a surgir espontáneamente en el sector privado y cree necesario que intervenga el Gobierno, con financiación pública para investigación y desarrollo en tres o cuatro sectores claves y financiación de ángeles (ojalá privados) a proyectos pilotos que aprovechen los frutos de esa investigación.
El problema con una actividad de esa naturaleza financiada por el Estado es que no hay una institución pública organizada para hacer esa labor ni tradición o un protocolo que seguir para llevarla a cabo. Se requiere un liderazgo oficial, muy bien asesorado, para adelantar con eficacia y con pulcritud el tipo de tareas que se señalan como necesarias y ausentes. Las oportunidades para sacarle jugo a esta actividad están.
Tanto el desarrollo agropecuario como el auge de la construcción de infraestructura demandan maquinaria que por lo menos parciamente puede ser producida en Colombia por empresas nacionales o extranjeras que lleguen atraídas por la oportunidad. El desarrollo agropecuario necesariamente traerá consigo una enorme demanda de maquinaria y de equipos agrícolas aptos para las condiciones locales que hay que diseñar.
Ana María Ibáñez hace la cuenta de que solamente el 16.6 por ciento de 2.7 millones de productores agropecuarios tiene acceso a maquinaria, el 18,8 a sistemas de riego, el 16.8 a construcciones productivas.
La necesidad de que las exportaciones de bienes manufacturados llenen parte del vacío que han dejado las exportaciones de petróleo, carbón y otros productos básicos exige grandes inversiones en investigación y desarrollo para identificar el tipo de productos de mayor complejidad que podemos producir y para atraer productores.
Todo esto apunta a la necesidad de crear una entidad pública o mixta que sea capaz de responder productivamente a ese reto.
La Opinión