El diario El Espectador en su edición del 14 de junio pasado relata la experiencia del profesor de un colegio público en Bogotá, Luis Miguel Bermúdez, que ha diseñado un currículo de educación sexual con el que ha logrado reducir a cero el número de embarazos de las alumnas adolescentes de su colegio.
Reprime la matonería (‘bullying’) y reduce la inseguridad sexual de sus víctimas poniendo a un lado la hipocresía y enseñando a sus alumnos a utilizar correctamente los métodos anticonceptivos, a comportarse responsablemente en sus relaciones sexuales, a gozarlas y a liberarse de patrones de comportamiento que les imponían el medio familiar y los valores predominantes en la comunidad sobre la sexualidad y la identidad de género (Camila Taborda, “El Profesor que eliminó los embarazos adolescentes” ).
Bermúdez parece haber identificado que el embarazo adolescente que afecta en los colegios populares a un alto porcentaje de las niñas (1 de cada 3 en este caso) es tolerado, si no es inducido en el núcleo familiar porque con alguna frecuencia las madres de estas niñas tuvieron experiencias parecidas.
La ambivalencia que se deriva de las actitudes que induce esta empatía, en contraste con la obsesión de querer que las niñas mantengan su virginidad y que los hombres tengan relaciones sexuales prematuras para demostrar su hombría es propicia al embarazo adolescente.
Este profesor cree que la interacción entre el machismo de los jóvenes y el matoneo es una bomba explosiva que contribuye a inducir estos embarazos.
Los jóvenes son objeto de bullying por los más agresivos, que los presionan a demostrar que son hombres, y una de las formas de hacerlo inequívocamente es embarazando a alguna condiscípula.
El profesor Bermúdez aparentemente ha dado con la fórmula y esta le ha valido obtener el premio al Gran Maestro de la Fundación Compartir.
A juzgar por el contenido del artículo la clave del éxito ha sido aceptar como premisa y punto de partida que la educación sexual es para que los jóvenes aprendan a gozar el sexo en forma sana con las debidas precauciones y siguiendo preceptos de salud pública y de respeto por los demás.
Es un error hacer énfasis en la prevención del embarazo y no alinear el objetivo del currículum de educación abiertamente con el placer, aceptando abiertamente que es mejor el sexo con placer que con remordimiento.
Esto hace más efectiva la educación sexual como instrumento de salud pública.
Algo muy importante que este maestro deja claro, en sus propias palabras, es que la controversia sobre la ‘ideología de género’ que vino a contaminar hasta la discusión del Acuerdo de la Habana es algo que ´desde la academia no existía. Se lo vinieron a inventar para tergiversar la política de equidad de género en las escuelas en contra del plebiscito.
Entonces, hay que rescatar el objetivo de mantener un ambiente de apertura mental y social para amparar a los jovencitos y jovencitas que terminan siendo víctima de prejuicios sexuales atávicos e inconvenientes, hasta el punto de acudir al suicidio o refugiarse en el embarazo prematuro y “trofeo” para aliviar la presión social que ejercen los ignorantes y aprovechan los fanáticos y los hipócritas oportunistas. (Colprensa)