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El árbol, los accidentes de tránsito y las tragedias invisibles
Es un aviso para alertar a las personas.
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Miércoles, 25 de Enero de 2023

En el Malecón de Cúcuta hay un árbol junto a los otros miles de árboles. La diferencia es que este está sembrado en un desagüe sobre la carretera, no al lado. Es un aviso para alertar a las personas que el drenaje de agua lluvia no tiene rejilla de protección. Al avanzar por el sector el árbol es casi imperceptible, por ello es probable que no lo tengamos en el mapa o ya sea parte del paisaje.

Ese árbol es un buen símbolo de los problemas de seguridad vial en el país. A estos problemas el profesor Mauricio García Villegas los denomina “tragedias invisibles”, pues el periodismo y los gobernantes no les suelen prestar atención.

Una comparación podría ilustrar la dimensión de este problema. En el 2022 murieron 211 personas en accidentes de tránsito en Norte de Santander, la mayoría eran motociclistas y peatones. En ese mismo período en Cúcuta se cometieron 197 homicidios. Algunas alertas deberían encenderse con estas cifras.

Cuando se mira en detalle estas muertes, el problema adquiere más gravedad. La mayoría de los fallecidos son jóvenes hombres, transeúntes y conductores de motocicleta, su edad ronda entre los 15 y 45 años, los momentos del día con más accidentes coinciden con las horas pico y los fines de semana se duplica su número.

El comportamiento de los accidentes ha sido más o menos el mismo en los últimos quince años en el departamento. No se ha dado una disminución o un aumento significativo. Esto indica que no es un problema nuevo y que los intentos de disminuir estas muertes -si los hubo- no cumplieron con el objetivo.

Es cierto que algunos problemas exceden las capacidades individuales de las instituciones, pero esta no es una razón suficiente para permitir que las muertes se sigan acumulando con el paso del tiempo.

García Villegas menciona que si cada año hubiese una catástrofe natural que matara a miles de habitantes, es probable que las personas y las instituciones tomaran conciencia para intentar reducir por cualquier medio el número de muertos del siguiente año. No obstante, las muertes producto de accidentes de tránsito se toman como una fatalidad, como una desgracia ocurrida por cuestiones del destino, y no como una tragedia evitable. 

Es probable que el árbol del Malecón esté allí desde hace unos seis meses, pero pueden ser más. Resulta extraño que la autoridad de tránsito no se haya percatado de su existencia, pues en el mismo sector instalaron recientemente unos reductores de velocidad. O puede ser que sí se dieron cuenta y dejaron las cosas como estaban. No lo sé.

Sin embargo, ese no es el tema importante -o el más importante-. El ejemplo del árbol resulta útil no solo para detallar ese problema, sino las tragedias invisibles, los accidentes de tránsito que permanentemente ocurren frente a nosotros, que suceden a diario y que volvemos parte del panorama de otras tantas calamidades que vivimos como colombianos.

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