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Distorsión institucional
La Constitución dispone que las ramas del poder público en Colombia, sujetas al cumplimiento de sus competencias, deben obrar armónicamente sin perder su independencia.
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Domingo, 1 de Septiembre de 2024

Es mucha la demagogia que hacen no pocos dirigentes en Colombia en sus discursos sobre institucionalidad, democracia y otros temas relacionados con el poder y la política. Así han pretendido infundir la creencia que son defensores de cuanto se considera como patrimonio común. Pero sus comportamientos cuando han ejercido funciones oficiales ponen en evidencia sus erráticas posturas, las contradicciones en que incurren, lo que son en realidad. Y mediante esas acciones se debilitan los objetivos que debieran prevalecer en beneficio de todos. Son abonos a las crisis recurrentes que afectan a la nación con la complicidad de quienes por mucho tiempo han estado en los cargos de mando.

La Constitución dispone que las ramas del poder público en Colombia, sujetas al cumplimiento de sus competencias, deben obrar armónicamente sin perder su independencia. Los órganos de control del Estado entonces tienen que proteger el interés público y ser garantes de la aplicación de ese precepto. Esa veeduría de control, ejercida con puntualidad, garantizará el manejo correcto de los recursos oficiales para el bien común. Pero se ha llegado a la distorsión de tan correcta finalidad al convertirla en revanchismo politiquero, algo que tizna el control institucional que impone transparencia en su manejo.

En los últimos años la Procuraduría General de la nación y la Fiscalía, del mismo rango, se convirtieron en instituciones abiertamente politizadas. Alejandro Ordóñez le puso sello confesional durante su mandato, pero, además, amarró la entidad a causas partidistas. Con Margarita Cabello no se dieron mejoras. Siguió predominando el sesgo oposicionista y hay señales a abultado derroche clientelista. En la Fiscalía esa situación de crisis la abanderó Néstor Humberto Martínez y la fomentó al máximo Francisco Barbosa. Parecían estar en campañas con la vara de la estigmatización. Como si esa fuera su función institucional.

Con esos desvíos se le han hecho daño a la verdadera institucionalidad. El control legal llamado a aplicarse no opera, a pesar de todo lo que hay por atender para torcerle el cuello a la corrupción y a otros desvíos, como producto de la acumulación de problemas sin tratamientos de solución.

Es una situación de cuidado que no puede seguir prosperando. Los órganos de control deben asumir el rol que les corresponde legalmente y no convertirse en jinetes de la oposición. Si no obran conforme a la ley le están dando cabida a las perniciosas violaciones, en detrimento de la estabilidad de las instituciones y de la democracia.

La prestancia de Álvaro Salgar

La vida de Álvaro Salgar fue útil en los entornos donde tuvo protagonismo. Le puso a su existencia una dinámica productiva, pensando no solo en su particular interés sino en el bien común general. Acertó en lo que hizo o asumió tanto en lo privado como en lo público. Su gestión de gobernador de Norte Santander alcanzó resultados positivos. Las empresas creadas con el impuso de su emprendimiento se consolidaron con alto nivel. Sus aportes son legado para preservar. Y aunque su muerte genera vacío, tendrá vigencia lo que representó su existencia.

Puntada

La Fiesta del Libro de Cúcuta llega este año a su versión número 20. Es un evento cultural con identidad consolidada. Julio García-Herreros le ha infundido una dinámica relevante. Es un aporte que le da prestigio a Norte de Santander.

ciceronflorezm@gmail.com

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