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Desafíos de la oposición
Plano público
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Domingo, 30 de Marzo de 2025

Con sujeción a la democracia y las instituciones el ejercicio de la oposición al gobierno de turno es legítimo. Es el escrutinio crítico de los actos oficiales con la finalidad de que se corrija lo que puede ser contrario al interés general.

Virgilio Barco consideró fundamental la vigencia de la oposición cuando fue elegido Presidente de Colombia. No le temía a la veeduría que se pudiera ejercer sobre su gestión. Y ese control político lo tomaba en cuenta para buscar los más positivos resultados en las decisiones tomadas para atender demandas de los diferentes sectores.

Y es de tal importancia el activismo de la oposición que este tiene que asumirse con diáfana responsabilidad. No como un capricho amarrado a finalidades revanchistas. Tampoco es un surtidor de odios o de mezquindades. Ni es la agresión personal. Requiere una conducta ética que sustente cuestionamientos, denuncias o investigaciones por presuntos actos considerados contrarios a la ley. No debe caerse en ligerezas con la intención de promover culpas contra el contrario.

La autoridad de la oposición depende de la seriedad con que asuma los juicios que realice sobre las actividades que ejecuten los servidores del gobierno.

La independencia de las ramas del poder público  es una  óptima garantía para el ejercicio democrático de la oposición. Esta tiene en el Congreso el espacio adecuado para su expresión. Y en ningún momento se le ha coartado. Los desarrollos de la legislación así lo confirman. Y debe prevalecer. Pero se impone, claro está, que los congresistas actúen sin ninguna interferencia  O sea, estar libre de toda sospecha, para la reafirmación de su autoridad. Si no se procede con ese énfasis se crean situaciones negativas, en detrimento del Congreso, que debe esforzarse en ser un activo a plenitud del Estado social de derecho, como se consagra en la Constitución de 1991.

La decisión de la mayoría de los miembros de la comisión VII del Senado (8 de los integrantes)  de archivar el proyecto de la reforma laboral que ya había sido aprobado por la Cámara es desafiante. Va en contra de los derechos de los trabajadores. Esa negación pareciera estar marcada por el interés utilitarista de los propios legisladores. Procedieron como si los trabajadores fueran sus enemigos.

La sospecha que recae sobre los senadores de la comisión VII que votaron en favor de archivar el proyecto de reforma laboral es sombría. Y ojalá que pudiera tener la correspondiente sanación electoral por parte de los ciudadanos que votan.

La oposición no puede llegar a esos niveles de mezquindad, menos cuando se trata de congresistas elegidos por el voto de los ciudadanos.

En el pasado las dictaduras militares impusieron mediante la fuerza represiva, con violación de los derechos humanos, todo su poder regresivo. Ahora es el Congreso en Colombia, oponiéndose a la remuneración justa de los trabajadores.

No son todos los congresistas los obsecuentes servidores de patronos esclavistas. Sin embargo, la minoría se impone con la bandera de oposición en abierto desafío a la democracia.

Puntada

¿Hasta dónde llegará el presidente de Estados Unidos, Donald Trump en sus rabiosas decisiones? Es otra sombra tormentosa contra la democracia.

ciceronflorezm@gmail.com


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