A riesgo de ser tachado de cansón o monotemático por cuanto ya en el pasado me referí sobre el tema de lo laxo que es el Código de Procedimiento Penal con los delincuentes, que indudablemente representan un peligro para la sociedad, pero andan orondos por las calles en busca de más víctimas de sus fechorías, debido a la determinación de los jueces de concederles detenciones domiciliarias, que violan a su antojo por falta de control del INPEC encargado de su vigilancia.

Sobran muchos ejemplos por citar, pero solo voy a referenciar los dos más recientes: Uno, que dio cuenta este diario, sobre un frustrado fleteo en el centro de nuestra ciudad de Cúcuta el viernes 11 de octubre perpetrados por los sujetos Juan Gabriel y Carlos Andrés a la salida de una entidad bancaria en la calle 11 con avenida 4 del centro de la ciudad. Los delincuentes fueron capturados y en su historial delictivo, bien extenso, por cierto, figuran anotaciones por constreñimiento ilegal, lesiones personales, hurto, violencia intrafamiliar, concierto para delinquir, homicidio, tráfico de estupefacientes y porte ilegal de armas. Todas unas joyitas. Y dos, la fuga de alias Pichi, narcotraficante comparado con Pablo Escobar, con detención domiciliaria, vivía en una casa lujosa en el poblado de Medellín, se paseaba como pedro por su casa por centros comerciales y la Plaza Botero de la capital antioqueña y para no variar, seguía delinquiendo.

Estos bandidos deben salir de circulación, enviados a detención intramural, con toda esa cantidad de delitos como antecedentes, no se entiende que los jueces consideren que no son un peligro para la sociedad. ¡Es el colmo!

Está en estudio en el Congreso una nueva reforma a la justicia, deberían los honorables congresistas aprovechar y dejar plasmada la construcción de más cárceles a lo Bukele en el Salvador, pero cárceles con verdaderos controles para que desde las mismas no se siga delinquiendo y los internos puedan trabajar en la elaboración de diferentes artículos desde los talleres de la misma institución. Hay que ponerlos a hacer algo útil, aprovechar ese recurso humano, que se quiten la idea que es un periodo de relax y de tiempo para perfeccionar su modus operandi una vez recuperen la libertad.

De la misma manera, los jueces deben ajustar más su apreciación subjetiva, respecto a la concesión de la domiciliaria a sujetos con historial delictivo y principalmente, no conceder ese beneficio, porque es un beneficio, a las personas que atenten de alguna forma contra la integridad personal utilizando    armas de fuego o blancas en el caso de homicidios y atracos en boga en todas nuestras ciudades. 

El gobierno debe de igual manera, ajustar el Código de Procedimiento Penal haciéndolo más rígido en la concesión de la domiciliaria que limite el grado de subjetividad que actualmente acompaña a nuestros jueces de Control de Garantías. 

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