“¿Vas a apoyarla?” Me pregunta mi mamá luego de leer la lista de las 16 candidaturas para la alcaldía de Cúcuta, donde sólo 1 corresponde a una mujer: la ex concejala Blanca Cruz González. Hace 8 años se presentaron 7 personas para este cargo, ninguna mujer; hace 4 años fueron 12, sin mujeres. Esta fue una de las razones que nos llevó a recomendar, desde la organización que lideraba en el 2019, la promoción de candidaturas femeninas y agendas comprometidas con la igualdad de género. ¿Cómo proceder en el escenario actual?
No busco dar apoyos específicos, más bien quiero elevar reflexiones feministas para las elecciones regionales de octubre. He tratado de escribir esta columna de distintas maneras pero me cuesta salir del nudo, así que no ofrezco respuestas, solo diálogos desordenados que llevo conmigo.
¿Apoyaría a la única mujer frente a 15 hombres? ¿Llamaría a tal respuesta en coherencia con principios feministas, en un territorio tan violentamente machista como el nuestro? Hay una cuestión central: como revela La Silla Vacía ella ha sido aliada de Ramiro Suárez, condenado por homicidio y señalado por alianzas con el Bloque Catatumbo de las AUC que, de acuerdo al portal Verdad Abierta, dejó más de 3.000 víctimas civiles entre 1999 y 2004, incluyendo las, por lo menos, 200 personas desaparecidas y enterradas del lado venezolano de la frontera. Por lo que la pregunta debería ser ¿cómo podría darle mi respaldo?
Sabemos que la representatividad política no se reduce a un asunto numérico pero no deja de ser desalentador que a estas alturas haya solo una mujer en la contienda por la alcaldía de la capital (y teniendo en cuenta que para la Gobernación de Norte de Santander no hay perfiles femeninos).
Tampoco deja de ser desalentador que la única mujer cuente con este relacionamiento. No obstante, más mujeres en la política no significa necesariamente una mayor o mejor representación de los intereses que nos movilizan a muchas: aquellos que buscan horizontes feministas para nuestro territorio de frontera y que se encuentran en sincronía con las movilizaciones por la justicia social, la seguridad y bienestar, la prevención de la pobreza y el trabajo digno, la educación universal y de calidad, la salud integral como derecho, entre muchos otros.
Nos queda afinar el análisis para las propuestas que comenzarán a circular por la ciudad. Como cuña, les recuerdo que en las elecciones de 2019 la mayoría de candidatos quisieron movilizar el voto femenino con el apoyo proyectos de emprendimiento económico liderados por mujeres y acciones pedagógicas para combatir la violencia de género.
Sus propuestas carecían de una agenda de género integral, sostenible, transversal e interseccional con las distintas áreas de gobierno, ¿podrán las actuales candidaturas superar esa mirada desarticulada y superficial? Mi aporte en este proceso será escribir mis siguientes columnas con análisis feministas sobre distintas áreas, como la justicia y seguridad, que candidaturas y votantes deben considerar para el siguiente periodo de liderazgo institucional en la construcción de nuestra región frontera.