Leí, hace poco, que piensan instalar en Cúcuta un cementerio para animales. La noticia es buena, saludable y necesaria desde todo punto de vista. Míresele por donde se le mire, darles a los restos de las mascotas un lugar de descanso eterno me parece conveniente para ellas, para los dueños y para la ciudad.
De esta manera, ya no serán el río ni los botaderos de basura los lugares a donde se lleven los perros y los gatos después de que han exhalado su último suspiro. Tendrán su propio lugar fúnebre con tumbas, mausoleos, jardines, placas y recordatorios. Bonito detalle para con quienes en vida estuvieron al lado de sus amos, cumpliendo con sus obligaciones de cuidar la casa (los perros) y de perseguir a los ratones (los gatos), aunque se dan casos de perros que persiguen ratas, y gatos que cuidan, como vigilantes insomnes, los tejados de las casas.
Sin hablar de otros animales como caballos y burros, que también le ayudan al hombre, y de los cuales no se sabe qué destino cogen después de muertos. (¿Habremos comido carne de burro, como a veces nos meten carne de caballo?)
Pero hurgando un poco más en los misterios de la vida y de la muerte, uno se pregunta: ¿Tienen alma los animales? ¿Y a dónde va a parar esa alma? ¿Acabará todo en el cementerio o en el basurero, o acaso también los animales tendrán otra vida después de la vida?
Hace algunos años fue famosa la película de dibujos animados Todos los perros van al cielo, y entonces caben otros interrogantes: ¿Hizo Dios en su bondad infinita un cielo para los animales buenos y un infierno para los malos? Si es cierto que los gatos tienen siete vidas, ¿qué sucede con ellos después de cada vida? ¿Será cierto que todos los perros an al cielo? ¿Y los gatos?
Volvamos al cementerio de nuestros leales amigos animales. Pienso que debe ser también un jardín, con árboles y prados y lagos y cisnes. Habrá mausoleos y osarios y hasta hornos crematorios. Habrá días especiales para las visitas y no faltarán los que les lleven serenatas a sus mascotas fallecidas.
Me imagino las lápidas del sector perruno. : “Aquí yace Trotsky, entre los perros, perro”. “Negro, vivirás toda la vida con nosotros””. “Ladraste echado toda la vida, viejo perro”.
O las del sector gatuno: “Michín, sigue cazando ratones en tu eternidad”. “Descansa en paz, Bigotes”. “¿Y ahora qué hacemos sin tus ronroneos”?
Sea como sea, la iniciativa es buena y promete buen futuro. Pero que, como dije, no sea sólo para gatos y perros. Allá debe ir a parar, por ejemplo, tanto burro que uno se encuentra por la calle. Y que descansen en paz, amén.