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Cambios de doctrinas
La fuerza pública no es la única que necesita un cambio de doctrina y un comando que lidere el cambio. 
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Domingo, 27 de Septiembre de 2015

Llama la atención muy positivamente que el ejército está pensando qué papel desempeñará la fuerza pública en un país en paz y se prepare para responder los cambios que se avecinan. 

Lo primero que necesita tener en cuenta es que si el estado no tiene presencia efectiva en todo el territorio nacional volveremos a tener problemas. 

Se debe destacar la voluntad de adaptación y cambio de los comandantes que los ha llevado a dar ese paso y a anunciarlo al otro día de los acuerdos en la Habana. 

Sin embargo llama la atención que no quieren contar con civiles para pensar en estos cambios, razón por la cual no figura el Ministro de Defensa en el escenario de transformación. 

Y no dicen, tal vez porque creen que no les compete, qué va a suceder con la policía que tiene mayor urgencia de transformarse porque ha sido más vulnerable a la corrupción y menos inclinada a expulsarla. En la policía “separan a las manzanas malas de las buenas” en los procesos de ascenso, pero no parece que esto se lleve a cabo para sacar a las manzanas malas. 

En lo referente a que no participen civiles se pierde la oportunidad de que surjan preguntas que no se hacen normalmente entre militares porque la jerarquía y la tradición de obediencia impiden que esto fluya naturalmente. 

Necesitan a alguien que indague, por ejemplo, por qué han dejado que otros agentes armados controlen los corredores del contrabando, o por qué tardaron tanto en descubrir (¿aceptar?) que las bacrim son una amenaza a la seguridad nacional porque en algunas regiones tienen el dominio efectivo, como lo tenían los paramilitares. 

La idea de que el gobierno de Estados Unidos y la OTAN asesoren la transformación era predecible. Pero cabe preguntar si esta asesoría militar es la que más le conviene a Colombia. 

En términos de efectividad y de respeto a los derechos humanos los Estados Unidos posiblemente no son los que han mostrado los mejores resultados, y la doctrina de ese país parece ser muy dominante en Europa. 

La fuerza pública no es la única que necesita un cambio de doctrina y un comando que lidere el cambio. 

La Cancillería los requiere con urgencia para ponerse a la altura de las mejores cancillerías en la región y defenderse de otras cancillerías como la de Brasil, que tiene una larga historia de distinción y visiones de destino manifiesto en América Latina que nos afectan, o la de Venezuela que cuenta aparentemente con la sagaz asesoría de La Habana y nos ha tenido en jaque. 

El sistema político también necesita un cambio de doctrina porque si el clientelismo sobrevive o progresa en el post conflicto, la paz no va a contribuir a cambiar el país. La relación entre el centro y las regiones y la delegación de poder central a las élites regionales han contribuido a que el estado no esté efectivamente presente en las regiones y que haya prosperado el paramilitarismo. 

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