Si bien los deterioros más notables que se pueden percibir en los últimos 3 años en Colombia son el crecimiento de diferentes grupos criminales y el colapso del sistema de salud, hay una bomba silenciosa que ha venido creciendo de manera grotesca sin que la inmensa mayoría de los ciudadanos lo noten.
Y no lo notarán durante mucho tiempo, pero esa bomba tarde que temprano va a estallar y va a hacer daño. La bomba se llama deuda. Intentemos aterrizarla para empezar a entenderla.
Cuando empezó el gobierno actual en 2022, la deuda total del país ascendía a 804 billones de pesos, después de décadas de gastar por encima de lo que le ingresaba a la Nación y de una subida significativa durante la pandemia.
Como el proyecto del “cambio” decidió aumentar apoteósicamente el Presupuesto General, subiéndolo de 350 billones anuales en 2022 a 550billones actualmente, cada año ha tenido que emitir más deuda para financiarlo, pues a pesar de los aumentos de impuestos que hemos visto, el ritmo de crecimiento del gasto ha sido desenfrenado y no ha habido recaudo tributario que alcance.
Hoy la deuda pública colombiana ronda los 1200 billones de pesos. En español eso quiere decir que, a pesar de pagar cada día de su vida más impuestos, cada familia colombiana hoy debe alrededor de 90 millones de pesos que el gobierno nacional ha sacado a su nombre. 90 millones que no pidió y que no firmó pero que ha visto pasar silenciosamente. En cada camioneta de lujo que usan los políticos y sus esquemas de seguridad.
En miles de eventos, conciertos y tarimas. En empleados públicos llenos de privilegios. En politiquería y clientelismo. Solo 15 de cada 100 pesos que se gasta el gobierno se están invirtiendo. El resto se evapora en “funcionamiento” y pago de intereses. Y ahí viene lo grave.
La semana pasada el Ministerio de Hacienda anunció que había emitido 23 billones nuevos de deuda en una operación oscura a un extranjero desconocido. No a través del mecanismo abierto que tiene décadas funcionando. Algo totalmente inesperado para finales de diciembre. Como hoy estamos tan endeudados y hemos perdido credibilidad, la tasa de interés que se terminó pactando secretamente por esos 23 billones estuvo sobre 13% anual, más del doble de la criticada línea que teníamos con el Fondo Monetario Internacional.
Cada día más plata se irá para pagar intereses altísimos y menos para educación, salud o infraestructura. Dado el riesgo creciente de prestarle a Colombia, cada día la tasa de interés a la que le prestan al país es más alta. De hecho hoy le prestan más barato a una familia para comprar una casa que al mismísimo Gobierno Nacional.
Lo que hoy está pasando a nivel país es similar a la historia de un borrachito que se encontró las tarjetas de crédito de unos familiares. Está feliz gastando, invitando, brindando, viajando y comprando cariño. A su alrededor tiene oscuros expertos ayudándole a aumentar el cupo de las tarjetas a cambio de pagar más y más intereses.
También le dicen que así se estimula la economía. Los bancos no han cerrado el cupo porque saben que los vecinos (que están dormidos), así no sepan ni quieran, van a terminar pagando esas deudas ya sea con nuevos impuestos, con hiperinflación o con un recorte severo de sus gastos en el futuro. El vecino es el colombiana que está leyendo este artículo. Y el que no.
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