Recientemente se acaba de publicar la noticia relacionada con la contratación de auxiliares de tránsito para apoyar las tareas que apunten a mejorar la cultura ciudadana en materia de movilidad.

Es indiscutible que el grupo de uniformados que hacen parte del convenio con la Policía Nacional es insuficiente y su incremento distante en cada administración  puesto que la excusa de cada Secretario de Tránsito para no tener el control de la movilidad es que no hay personal pero lamentablemente  la historia se repite una y otra vez.

Treinta personas o un poco más para controlar los abusos ciudadanos en materia de movilidad no son nada si sumamos que varios de los uniformados no les gusta trabajar sino en grupitos de dos o tres que más avanzan en tertulia que en apoyo a la complicada problemática.

Ahora, se pretende contratar a cien mujeres cabeza de hogar que no se pueden constituir en ningún momento en autoridad de tránsito sino en líderes de educación vial y es por ese rubro que perfectamente se puede justificar la inversión. En todo caso debe mediar un plan que fije indicadores y metas para futuras revisiones de los entes de control.

En cuanto a la capacitación, es indudable que nadie mejor que el Sena para brindar el apoyo pero es necesario aclarar que estas personas en tres meses no pueden certificarse en la temática porque a decir verdad es ancha y larga.

La idea es buena pero debe enfocarse inicialmente en los centros educativos públicos y privados, toda vez que a diario se observan todas las irregularidades al mismo tiempo: conductores sin el cinturón de seguridad, hablando o escribiendo por celular mientras conducen, sobrecupo, niños menores de nueve años de parrilleros o en sentados en el tanque de gasolina de las motocicletas, vehículos obstruyendo carriles de circulación, etc.

Considero que las actividades debe ser progresivas y no pensar ni por un instante en que con una inducción de tres meses las juiciosas señoras cabeza de hogar, serán las responsables de controlar el flujo vehicular porque eso sería agravar el problema y no por la capacidad sino por las pésimas costumbres de un gran número de conductores dispuestos a agredir a quien se interponga en sus abusos.

Respecto al nombrado convenio con la Policía Nacional, es hora de ajustar las condiciones y revisar en detalle el alcance porque definitivamente pensar en regresar al modelo anterior, sería nefasto así algunos uniformados manchen con sus actitudes la bandera de nuestra querida institución.