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Academia de Historia de Ocaña, 90 años
Logros abundantes ha tenido la Academia de Historia de Ocaña en estos noventa años.
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Martes, 8 de Abril de 2025

Los directivos de la Academia de Historia de Ocaña han empezado a ambientar en redes sociales la celebración de los noventa años de su creación, hecho acaecido el 13 de mayo de 1935, cuando personalidades de la cultura de Ocaña se reunieron en horas de la noche en la rectoría del colegio José Eusebio Caro, regentado entonces por el docente e historiador pamplonés Belisario Matos Hurtado, quien convocó, para proceder a instalar la entidad que inicialmente se denominó Centro de Historia de Ocaña.

Mediante la Ley 76 de 1968, por la cual se asoció la Nación al cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Ocaña, dio categoría de Academia al Centro de Historia de Ocaña, como establecimiento dependiente del Ministerio de Educación Nacional; y la Ley 10 de 1977, sobre conmemoración del sesquicentenario de la Convención de Ocaña, le entregó como sede la “casa colonial adyacente” al templo de San Francisco, inmuebles que integran el denominado Parque de la Gran Convención. En dicho templo sesionó la citada Convención de Ocaña del 9 de abril al 11 de junio de 1828, cuyo bicentenario celebraremos exactamente dentro de tres años.

El acto fue presidido por el entonces presidente Alfonso López Michelsen, con un discurso muy ilustrativo, siendo que la génesis de los Michelsen en Colombia está precisamente en Ocaña, en razón de que el danés Karl Ivan Michelsen Koppel conoció y desposó en Santafé a María del Carmen Uribe Ibáñez, hija de la ocañera Bernardina Ibáñez Arias y Saturnino Uribe Uribe.

Es indudable que, en la redacción y expedición de las dos leyes citadas, fundamentales para el desarrollo de Ocaña por las inversiones que contemplan, estuvo la mano providencial de personalidades de la región que combinaban la doble condición de políticos y humanistas, como Lucio Pabón Núñez y Jorge Pacheco Quintero, con gran ascendiente en la dirigencia nacional, independientemente de su ideología política. 

El trabajo local, desde los inicios del Centro de Historia lo complementaban Justiniano J. Páez, Luis Eduardo Páez García, Emilio A. García Carvajalino, Luis Felipe Molina, Marco A. Carvajalino Caballero, entre otros. En los últimos años el alma y nervio de la Academia de Historia de Ocaña es Luis Eduardo Páez García, nieto de don Justiniano e hijo de Luis Eduardo Páez Courvel, sin desconocer, desde luego, el trabajo complementario de Marta Pacheco García, su esposa. Ambos, junto con otros miembros de la corporación, han librado duras batallas en todos los niveles de la administración en defensa de la institución, del patrimonio histórico, cultural y artístico, material e inmaterial, en fin, por el rescate de todo lo que compromete la ocañeridad, entendida como provincia de Ocaña.

Logros abundantes ha tenido la Academia de Historia de Ocaña en estos noventa años: el sostenimiento de la revista HACARITAMA, que no es empresa fácil; la revista digital Horizontes culturales, valiosos ensayos históricos e investigaciones genealógicas, fortalecimiento de la identidad local y regional, concursos de historia y literatura, congresos de historia, en fin, sería prolijo enumerar sus éxitos. Felicitaciones a los actuales directivos de la Academia de Historia de Ocaña a la que me honro de pertenecer, y que lleva implícita la solicitud de no declinar en sus objetivos.  


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