El jueves, la Casa Blanca arremetió contra los creadores de South Park después de que el primer capítulo de su nueva temporada mostrara a una versión de Donald Trump generada por inteligencia artificial arrastrándose desnudo por el desierto y suplicándole a Satanás que se acostara con él.
La escena, que culmina con el rechazo del diablo por el tamaño del pene del mandatario ficticio, generó reacciones inmediatas.
“Este programa lleva más de 20 años sin ser relevante y se sostiene de un hilo con ideas poco inspiradas en un intento desesperado por llamar la atención”, declaró el portavoz presidencial Taylor Rogers.
El funcionario también defendió al presidente: “Trump ha cumplido más promesas en solo seis meses que cualquier otro presidente en la historia de nuestro país, y ningún programa de cuarta categoría puede frenar su racha ganadora”.
La realidad es que, lejos de ser irrelevante, South Park continúa siendo uno de los programas de televisión más valiosos del mundo. La serie creada por Trey Parker y Matt Stone se ha caracterizado por retratar con humor mordaz los temas más polémicos de la sociedad estadounidense desde su estreno en 1997.
Con su estilo de animación minimalista y lenguaje explícito, ha sabido mantener una audiencia leal que celebra su capacidad para incomodar a figuras públicas de todos los espectros.
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Actualmente, la producción se encuentra en su temporada número 27 y goza de estabilidad financiera gracias a un acuerdo de 1.500 millones de dólares firmado recientemente con Paramount, que asegura su emisión en la plataforma de streaming de la compañía durante cinco años.
Ese contrato coincidió con el proceso de aprobación de una fusión multimillonaria entre Paramount Global y la productora Skydance, operación que el regulador estadounidense de telecomunicaciones avaló el mismo jueves por un valor de 8.000 millones de dólares.
El episodio sobre Trump refuerza la esencia de South Park: burlarse sin filtros de la actualidad política y cultural, pues no es la primera vez que hacen algo de este estilo: a lo largo de su historia, la serie ha parodiado a presidentes, celebridades y corporaciones, generando debates sobre los límites del humor y la libertad de expresión.
Si bien la Casa Blanca criticó la producción, la polémica podría incrementar aún más la atención sobre el regreso de este clásico de la televisión estadounidense.
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