Tibú sigue enfrentando un abandono histórico. A pesar de ser uno de los municipios más importantes del Catatumbo, las necesidades básicas de la población continúan sin ser atendidas. Educación, salud, infraestructura y empleo son problemas urgentes que se agravan con el paso del tiempo, mientras el gobierno sigue sin responder.
Uno de los mayores retos es la educación. Aunque el Sena ha sido clave en la formación de muchos jóvenes, el municipio carece de una sede con instalaciones adecuadas y suficientes instructores. "Yo soy profesional gracias al Sena, y me duele ver que en Tibú no tengamos una planta física con buenos instructores", dice Rubén Darío Mendoza Galvis, habitante del municipio. Además, el déficit de profesores en las instituciones educativas es alarmante, especialmente en la zona rural. "El campo está abandonado porque no hay recursos para mandar un profesor a educar allá", explica.
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La falta de docentes se debe en gran parte a la inestabilidad en la región. "No estoy en contra de que las personas ganen un concurso de meritocracia para trabajar aquí, pero la realidad es que apenas escuchan un disparo, quieren salir corriendo y dejan botado todo", asegura Mendoza. Para él, una solución sería priorizar a los profesionales de la región en los procesos de selección. "Así seamos egoístas, necesitamos que quienes nacen aquí tengan la oportunidad de enseñar, porque ellos sí están dispuestos a quedarse y a luchar por la educación del Catatumbo".
Las vías de acceso también son una deuda pendiente. "Hace más de 60 años que Ecopetrol entró a la región y todavía seguimos con las mismas carreteras en mal estado", denuncia Mendoza. Aunque han llegado recursos para mejorar la infraestructura, la corrupción impide que las obras se ejecuten de manera efectiva. "El dinero se pierde en malas administraciones, porque aquí todo se mueve por roscas: traen al contratista amigo y al pueblo solo le quedan las migajas". Lo más indignante, según él, es que el municipio cuenta con un batallón de ingenieros militares y maquinaria que podría ser utilizada para arreglar las carreteras, pero permanece inutilizada.
El sistema de salud es otro problema crítico. "Nuestro hospital parece un puesto de salud, aquí no tenemos ni un médico de urgencias que pueda sacar una uña podrida", dice Mendoza con frustración. No hay especialistas y muchas mujeres embarazadas deben viajar a Cúcuta para dar a luz. "Las que no alcanzan a llegar, se mueren en el camino porque las vías están destrozadas". La falta de equipos y personal médico convierte cualquier emergencia en un riesgo de vida o muerte.
Además, el municipio enfrenta un grave problema con el acueducto y las aguas residuales. "Las plantas de tratamiento no funcionan bien, los ríos están contaminados y esa misma agua la consumen otras veredas", advierte Mendoza. También el manejo de los residuos sólidos es una bomba de tiempo. "El centro de recolección de basura está a punto de colapsar y nadie hace nada".
A todo esto se suma la falta de empleo. "Aquí solo queda la palma de aceite y Ecopetrol, pero cada vez hay menos oportunidades", explica. No hay apoyo para emprendimientos ni industrias que generen trabajo, lo que obliga a los jóvenes a migrar o a vivir de la informalidad. "Un papá se sacrifica para que su hijo estudie en la universidad, pero cuando regresa a Tibú no encuentra empleo y le toca vender pasteles en la calle o trabajar en un cincomilazo", lamenta.
Para Mendoza, esta falta de oportunidades es el verdadero combustible de la violencia en la región. "Cuando no hay educación ni empleo, los jóvenes terminan en caminos que no deberían", advierte. La presencia de grupos armados y la ausencia del Estado han convertido a Tibú en un territorio sin rumbo claro.
A pesar de todo, la comunidad sigue resistiendo. "El Catatumbo necesita que el gobierno nos abrace con obras y acciones, no con discursos vacíos", insiste Mendoza. "Aquí necesitamos inversión en educación, salud y empleo, pero sobre todo, queremos paz". Mientras las soluciones sigan sin llegar, Tibú continuará atrapado en el abandono y la desesperanza.
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