Ayer, en la calle 26 con avenida 9, del barrio Buenos Aires, el ambiente estaba cargado de asombro y dolor. La comunidad, perpleja, dirigía su mirada hacia una vivienda donde yacía el cuerpo sin vida de una mujer.

El lugar, acordonado con cinta amarilla, era testigo del dolor de los familiares de la víctima, quienes, sentados en el andén, lloraban y lamentaban profundamente su pérdida.

Los investigadores, esforzándose por esclarecer lo sucedido dentro de la casa, enfrentaban un enigma. Nadie sabía lo que había pasado.

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Lo único que tenían claro era que a Diana Maritza Osorio Durán, de 50 años, la habían asesinado, convirtiéndose en el tercer feminicidio registrado en Cúcuta y su área metropolitana, en lo corrido del año.

El doloroso crimen

Aunque los detalles del crimen aún son materia de investigación, este medio de comunicación  pudo conocer que el martes, Osorio Durán habría salido de su vivienda, en el barrio San Martín, muy temprano, a cumplir con una cita médica.

Luego, decidió pasar por el barrio Buenos Aires a cobrar el arriendo, como todos los meses, en una vivienda que sería de propiedad de su familia, por una herencia que les dejó su abuela.  

“El papá de ella estaba haciendo como unos arreglos en la parte de atrás de la casa y cuando ella llegó a cobrarle al señor, él no se dio cuenta de que la hija estaba por ahí”, comentó una residente del barrio.

La mujer añadió que, “suponemos que cuando la mató fue justo en el momento en el que el tipo le sube el volumen a la música, por eso ninguno de nosotros escuchó gritos ni nada que viniera de esa casa”.

Minutos más tarde, el papá de la víctima se percató que el arrendatario estaba sacando algunas bolsas y maletas de la vivienda, como si hubiese planeado un viaje de última hora.

“El papá de la muchacha le alcanzó a preguntar al tipo que si lo podía dejar entrar a la casa para revisar unas cosas que debía reparar, pero él (presunto agresor) le contestó que no porque ya iba de salida”, relató la vecina.

Ante la negativa del hombre y sin sospechar absolutamente nada de que su hija estaba al interior de la vivienda, se marchó.

Ayer, sobre el mediodía, los familiares de Diana Maritza llegaron hasta la casa buscando a la mujer de la que no sabían nada desde el día anterior. A pesar de haber tocado varias veces a la puerta, decidieron tumbarla, encontrándose con la lamentable escena.

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En el piso de la sala encontraron un círculo rodeado de azufre y esperma de velas, como cual acto de santería. Al avanzar varios metros, en una de las habitaciones improvisadas de la vivienda, estaba el cuerpo sin vida de Osorio Durán, semidesnudo y con un evidente golpe en el rostro que, presuntamente, le causó la muerte, al parecer, ocasionado con un ladrillo o una baldosa.

En medio de su dolor, los familiares alertaron a los vecinos, quienes llamaron a la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) para informar lo que había sucedido.

Bajo la mirada perpleja de los curiosos, la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) realizó la inspección técnica y el levantamiento del cadáver. Pero del presunto agresor, no se encontró ni el rastro.

Sed de justicia

La única información que tienen los familiares de la víctima es que el hombre respondería al nombre de Álvaro, es de nacionalidad extranjera y sería un ayudante de cocina. Estaría viviendo en esa casa desde julio del año pasado y todos los meses, Diana Maritza iba a cobrarle el arriendo sin ningún problema.

“Nosotros exigimos justicia y que esta muerte no vaya a quedar impune como todas las de mujeres en esta ciudad. Estamos destrozados por este crimen tan horrible. Pedimos a las autoridades que investiguen y capturen a ese desgraciado lo antes posible”, enfatizó un familiar de la víctima.

Aunque la Policía estaría analizando si la víctima habría tenido algún tipo de relación sentimental con el presunto agresor, en 2016, los familiares desmintieron esa versión y aseguraron que no van a descansar hasta que se haga justicia.

Una mujer excepcional

A los seres queridos de Diana Osorio solo les queda recordar lo maravillosa que fue y los años que pudieron disfrutar de su presencia.

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“Ella tuvo que atravesar un doloroso tratamiento de cáncer y gracias a mi Dios, tuvo una segunda oportunidad en esta vida, para que un desgraciado viniera a arrebatársela”, comentó un familiar.

Era madre de cuatro hijos y abuela de una hermosa niña que era su adoración. Sus días los pasaba en su casa disfrutando de toda su familia.

“Le encantaban los perros, cualquier perrito que veía por ahí en la calle, se lo quería llevar para la casa. Si por ella fuera, montaba un refugio. Era muy extrovertida, alegre, le encantaba reírse, cuánto dolor nos hicieron”, concluyó.

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