El deporte y el baloncesto nortesantandereano están de luto. Hace unas pocas horas, a los 96 años, falleció el exbasquetbolista de la selección Norte, selección Colombia e historiador Alfredo Díaz Calderón.
Díaz Calderón, una leyenda de la pelota naranja, desde hacía un mes venía presentando quebrantos de salud, por lo que debió ser hospitalizado en la Clínica San José, donde estuvo hasta el pasado 4 de julio, cuando fue dado de alta.
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Pese a su notoria recuperación, hoy sobre el mediodía la familia Díaz Fuentes, a través de un breve comunicado, anunció el deceso de la leyenda del baloncesto rojinegro, deporte que fue su pasión hasta sus últimos días.
“Comunicamos la partida de nuestro amado padre, Alfredo Díaz Calderón. Gracias por tanto aprecio y cariño a lo largo de casi 100 años de existencia. Estamos agotados, pues estuvo agonizante casi 30 días. Reiteramos nuestro agradecimiento por tanto cariño en su trayectoria de vida.Ya descansa en paz, a la diestra del Padre Amado. Atentamente,Familia Díaz Fuentes”, informaron.
Para el baloncesto de la región es una gran pérdida pues Alfredo fue un hombre entregado al baloncesto. Durante su vida no escatimó nada para transmitir sus conocimientos a diferentes generaciones de jugadores y entrenadores que tomaron su legado y lo han llevado a través del tiempo.
Don Alfredo como mucho lo llamaban se caracterizó por ser una disciplinada, trabajadora y se preocupó por los jóvenes.
En una de las últimas entrevistas concedidas al periodista Pedro León Jáuregui de La Opinión en2017 (q.ep.d) con cierta nostalgia, Díaz Calderón, pero a la vez indignado sobre el manejo del baloncesto en el departamento señaló que “el baloncesto rojinegro perdió presencia a nivel nacional porque se volvió negocio.
Y añadió “Tuve nueve escuelas de baloncesto en diferentes barrios de la ciudad. Lo hacía porque me gustaba y había gente que ayudaba para que los niños tuviesen una educación integral.
En mi época, si no estudiaba me excluían del equipo por muy buen jugador que fuera y eso se lo transmitía a los que pertenecían a la escuela”.
Díaz Comenzó a jugar baloncesto cuando cursaba tercero de primaria en el Sagrado Corazón. Lo hacía en los recreos. De la selección del colegio, pasó a hacerlo con la Norte y Colombia. Disputó los Juegos Panamericanos de 1951 en Buenos Aires (Argentina); en 1955 el Sudamericano de Cúcuta y al año siguiente el de Santiago (Chile).
Además tuvo tres equipos de fútbol Litoral, Caracas y Panadería La Fragancia, era un verdadero apasionado del deporte.
Algunos los exjugadores que crecieron al lado de él recibiendo sus enseñanzas cómo Hugo Hernández, y Tito Ordóñez señalaron que por encima de todo fue un caballero dentro y fuera del maderamen.
“No tuve la fortuna de verlo jugar, pero en cuanto a persona y como entrenador, fue esencial para el baloncesto del Norte de Santander, todas las enseñanzas que don Alfredo impartía en sus momentos de entrenamiento se le veía esa felicidad a él, transmitiendo todo su saber a los deportistas”, expresó Tito Ordóñez.
De igual manera, Tito recordó que “Don Alfredo, fue una persona que estuvo ligado al baloncesto toda la vida, y mientras nosotros estuvimos ahí en la cúpula a nivel nacional, él siempre estuvo apoyándonos y dándonos muchos consejos”, subrayó.
No obstante, una de las virtudes de Alfredo Díaz Calderón era su paciencia, “creo que fue una de las leyendas, no solamente aquí de Norte de Santander, sino del baloncesto en Colombia”, acuñó Ordóñez.
Por su parte Hugo Hernández, también exselección Colombia junto con Tito Ordóñez, lamentó el deceso del Alfredo del que expresó un poco compungido “Se nos fue el papá de todos”, destacando que fue un excelente maestro.
Hernández recalcó “para mí la época de oro empezó con Alfredo Díaz, él fue también un basquetbolista íntegro al cual seguí sus pasos a él y por manos de él pasamos casi todas esas figuras rutilantes de la década del 70”.
Hace dos años, Don Alfredo tuvo la oportunidad de compartir un momento especial con una de las viejas glorias de equipo de la Lotería de Cúcuta, el estadounidense Sam Shepherd, que jugó entre 1978 y 1982 una de las grandes figuras recordada por la afición rojinegra. Cuenta Hugo que fue un momento emotivo para él ver su alumno y gran amigo.
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