Que quede claro que no me gusta el glifosato; entre los estudios que dicen que puede causar un daño, y los que dicen que es inocuo, prefiero quedarme con los que dicen que hace daño, por aquello de aplicar el principio de precaución; entre dos interpretaciones, habrá de escogerse aquella que es más nociva, para – por esa vía- poder aplicar las medidas necesarias que eviten el daño.
Los hechos que no se controvierten son estos: i) El glifosato hace daño. Aún no hay acuerdo qué tipo de daño ni la magnitud del mismo. ii) Los cultivos de coca son depredadores con el medio ambiente, como pocas cosas lo son. iii) Los cultivos de coca son el aire que se insufla a la llamarada del orden público en Colombia. iv) Se sabe que el glifosato es una herramienta clave en la lucha contra los cultivos de coca. Quizá no la única, pero sí una clave.
Entonces, la pregunta es esta: ¿El daño de usar el glifosato es comparable con el daño no usarlo?
En mi opinión, el daño de usarlo es menor que no usarlo. Desde luego que me lloverán críticas, pues argumentarán que no soy yo el que está en las zonas de fumigación, y que eso hace que no sienta la presencia tóxica de la nube de glifosato. Y es verdad, no vivo en Putumayo, ni en Cauca.
Pero eso no me impide opinar.
El daño que está causando el aumento de la producción de coca es infinitamente mayor que el daño probable que puede causar la aspersión del químico: Está acabando la paz, como lo dijo el Fiscal. Está acabando con el presupuesto nacional, que cada vez más exige pie de fuerza. También está expropiando la agenda nacional, que debería estar revisando y estudiando otros temas.
En fin, Colombia está hipotecada – por estos días- con la discusión sobre las fumigaciones, cuando el verdadero debate debería ser si ya es hora de legalizar las drogas y que sea el estado el dueño del negocio.
Entiendo que la decisión de fumigar no es pasiva, no es fácil de defender, ni mucho menos fácil de ejecutar. Habrá contradictores, como en casi todo. Pero, insisto, los riesgos y daños de la fumigación me resultan menores, menos costosos, que los de mantener las grandes extensiones de coca que se han convertido en el paisaje nacional.
Miren ustedes: De coca hay sembradas, más o menos, 220 mil hectáreas y de café 900 mil. De cacao, hay 175 mil hectáreas. De caña de azúcar hay 232 mil hectáreas. Es decir, que la coca es el segundo o tercer producto agrícola de exportación. De banano hay un poco más de 50 mil hectáreas. Hay 4 veces, casi 5, área de coca sembrada que de banano.
O fumigamos, o esto ya no será una república democrática.