Una enorme piedra se divisa en el paisaje y sobre ella corre el agua, es abundante, tanto que los pozos y la cascada incitan a bañarse. Los rayos solares se cuelan entre los árboles y penetran en la corriente avivando los tonos azules y verdes del suelo rocoso. El cuadro semeja escenas como en los cuentos de hadas, con variados cantos de aves y el rechinar de los árboles al menearse con el viento.
Pero, como en toda historia, aparecen los enemigos de la naturaleza, el hombre y su mano arrasadora que antes de favorecer el equilibrio en Pozo Azul, ha sobrexplotado su riqueza.
De tal magnitud ha sido el impacto del turismo sin control que las aguas azules perdieron su brillo, son pútridas. Los malos olores pululan con el intenso sol y el agua no corre con el mismo poderío. Hay grafitis y basuras, en su mayoría plásticos que dejan los típicos paseos de olla.
Pozo Azul es uno de los destinos naturales más representativos de Cúcuta, la capital de Norte de Santander. La zona es compartida con el municipio de San Cayetano y para frenar su aterradora destrucción, acelerada en los últimos cinco años, la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor) lidera un proyecto para convertir 5.068 hectáreas en Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI).
Esta área está ubicada en el corregimiento cucuteño Carmen de Tonchalá y en las veredas Ayacucho, Tabiro y Puente Zulia, de San Cayetano.
¿Qué es un DMI?
Un Distrito de Manejo Integrado es una categoría de área protegida que se declara cuando en un área como Pozo Azul, a pesar de que existen intervenciones en los ecosistemas, los mismos mantienen su funcionalidad y servicios ecosistémicos, tales como la regulación hídrica, el control de la erosión y además, hay condiciones favorables para la presencia de abundante fauna y flora.
El uso del suelo permite que coexistan áreas para la preservación y el uso productivo, siempre que el mismo responda a criterios de sostenibilidad.
En el país el paso a paso para la declaratoria de un área como protegida está consignado en la Resolución 1125 de 2015, del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Para hacerse la declaratoria deben cumplirse previamente las fases de preparación y aprestamiento, en las que se da un acercamiento con las comunidades, se elaboran estudios biofísicos y sociales y toda la información técnica es revisada por una instancia nacional que para el caso de Pozo Azul es el Instituto de Investigaciones Alexander Von Humboldt.
Actualmente Corponor avanza en los estudios y pese a que no es una exigencia de la norma, aplicó una metodología predio a predio para que el diagnóstico cuente con información ciento por ciento confiable y facilite el diseño de estrategias de conservación efectivas.
Monitoreo de fauna
Uno de los avances más significativos es el monitoreo de fauna que adelantaron en junio y julio de este año los biólogos Daniela Villamizar, componente de avifauna; Wilfredo Chinchilla, herpetofauna y Juan José Fernández, mastofauna. Ellos, durante dos meses, se internaron en el área a declararse como DRMI, que en su mayoría es bosque seco tropical e identificaron cerca de 200 especies en mamíferos, aves, anfibios y reptiles.
El monitoreo tuvo como aliado al Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), entidad con la que se gestó en 2018 una alianza para estudiar áreas estratégicas del departamento y Pozo Azul es una de las primeras en arrojar positivos resultados.
En el grupo de los mamíferos se destacan felinos como el jaguar, el puma y el tigrillo. Además, hay armadillo cola de trapo, nutria de río, osos perezosos, zorros, zainos y tapires.
En el caso de las aves, uno de los grupos más representativos, las poblaciones son estables y predominan las tangaras. Una de ellas es la Tangara encapuchada, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) está casi amenazada. También se avistó al Arañero pico pálido, que en Colombia solo ha sido reportado para el valle del Río Zulia.
Uno de los descubrimientos más relevantes está en el grupo de anfibios, pues se identificó la rana Aromobates saltuensis, catalogada como en peligro de extinción debido a la expansión de la frontera agrícola, la pérdida y degradación de los bosques. Junto con ella está la rana Pipa parva, cuya supervivencia está ligada a los cuerpos de agua con bajos niveles de contaminación.
En reptiles hay especies como el lagarto Gonatodes aff lichenosus, hasta ahora solo registrado en la Serranía del Perijá y la tortuga Rinoclemmys diademata, que según la lista roja de UCIN es considerada en peligro de extinción a nivel nacional por la destrucción de su hábitat y por efectos de la cacería y la comercialización.
Una de las conclusiones del monitoreo es que la abundante biodiversidad es un indicador de la riqueza que habita en Pozo Azul, lo cual unido a que los bosques secos tropicales son de los más escasos en Colombia, abre aún más el camino para convertir a la zona como protegida.
El principal beneficio de la figura será la preservación de los ecosistemas y de las especies de fauna y de flora que allí coexisten. Los bosques de la zona aportan a la regulación hídrica de las cuencas de los ríos Zulia y Pamplonita y además, tienen impactos positivos en la mitigación de los efectos del cambio climático en la región oriente colombiana.