El próximo 28 de julio se llevará a cabo una audiencia pública virtual convocada por el Consejo de Estado, a petición de la Procuraduría, para evaluar las razones por las cuales se calificó a los hipopótamos de Escobar como especie invasora en Colombia.
La razón de ser de esta audiencia es que el alto tribunal se llene de argumentos jurídicos, legales y científicos para determinar si la resolución 0346 de 2022 del Ministerio de Ambiente debe mantenerse vigente o ser declarada nula, como lo pidió un ciudadano.
Estos animales, que no son nativos del territorio y llegaron solo por la excentricidad del extinto capo, se han establecido en humedales sensibles y han desplazado a las especies que sí son nativas. No hay duda de que no deben estar alli; la discusión es sobre cómo sacarlos.
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Juan Ricardo Gómez, director de la Maestría en Conservación y uso de Biodiversidad de la Pontificia Universidad Javeriana, explicó: “una especie invasora es una especie que no es nativa del territorio, pero la que además desplaza, compite o preda sobre las especies nativas o las que sí son propias de nuestros ecosistemas. Tener hipopótamos en ecosistemas colombianos genera transformaciones en las relaciones ecológicas y, al ser animales tan grandes, son grandes transformadores de los ecosistemas. Estos animales viven en humedales que son supremamente sensibles a las condiciones de contaminación o el pH y alteran todo el ecosistema para las especies acuáticas aguas abajo”.
“Los hipopótamos, al ser territoriales y muy agresivos, van a desplazar a la fuerza la presencia de otros mamíferos acuáticos terrestres de la región, como pueden ser, por ejemplo, los chigüiros, los manatíes, las nutrias. Van a ser, digamos, desplazadas por la presencia de los hipopótamos. Debido a que son territoriales y si uno sin advertir entra dentro de su territorio, estos animales que son enormes, rapidísimos y muy fuertes, pueden embestir y pueden afectar negativamente a la gente.”, añadió Gómez.
Ante la presencia de especies exóticas invasoras, las opciones se basan en controlar o erradicar las poblaciones. En el caso de los hipopótamos, se considera factible la erradicación para resolver eficientemente el problema. Sin embargo, la translocación, aunque costosa y poco práctica logísticamente, también se ha propuesto como una alternativa, aunque no resolvería el problema por completo.
“Cuando no es posible la erradicación, cuando no se sabe si vamos a ser capaces de capturar o sacrificar hasta el último individuo, tenemos que volcarnos a la posibilidad del control de la población. Es factible la erradicación; por lo tanto, sería lo más eficiente porque es lo que mejor, digamos, nos lleva al mejor resultado con el menor número de recursos y pues se resuelve el problema de una vez por todas. Controlar la población de hipopótamos significa mantener el problema de por vida”, afirmó Gómez.
La erradicación de los hipopótamos podría implicar el sacrificio de individuos, lo cual es una medida controvertida desde el punto de vista ético y de bienestar animal. Sin embargo, se enfatiza que la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas nativos debe ser prioridad, evitando que estos animales invasores desplacen a especies autóctonas y alteren las cadenas tróficas.
“Desde mi punto de vista, la translocación no es una solución efectiva. Es una solución que serviría para unos pocos individuos, tremendamente costosa. No se resuelve el problema de la presencia de los, de los hipopótamos en los ecosistemas naturales y lo que sí hace es mantener la idea y que estos animales ya son parte de nuestro territorio.”, añadió Gómez.
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La educación ambiental se presenta como una herramienta clave para comprender la importancia de conservar la biodiversidad y valorar las especies nativas. Aunque la erradicación de los hipopótamos puede resultar dolorosa, se considera necesaria para mantener el equilibrio en los ecosistemas colombianos y proteger la rica diversidad natural del país.
Los riesgos más predominantes
Su expansión conlleva altas posibilidades de desplazamiento de la fauna nativa, especialmente de especies con distribución restringida, como el manatí, chigüiros y nutrias. Además, su presencia genera cambios drásticos en los ecosistemas, ya que moldean el ambiente de manera beneficiosa para otras especies.
Las estrategias más efectivas para proteger a las comunidades locales y la biodiversidad son la eliminación de los hipopótamos. A medida que su población crece, afectan las actividades de subsistencia, como la pesca y la agricultura, y representan un riesgo para la seguridad de las personas.
“Otro riesgo bastante alto, riesgo de ataques a las personas, riesgo de ataques a pescadores, riesgo de que haya un conflicto bastante alto con los procesos agropecuarios como la ganadería (...). Lo que nosotros hemos propuesto y lo que estamos tratando de trabajar con el Ministerio son una serie de medidas de manejo, esas medidas no son lo suficientemente efectivas. Estamos hablando de las cirugías, de la aplicación de medicamentos anticonceptivos, de tratar de traslocar, pero pues el tema de la obtención de los permisos es complejo. Y, finalmente, pensar en un protocolo de sacrificio para esos animales que no se pueden ni capturar ni trasladar a ninguna parte”, dijo David Echeverri, jefe de la Oficina de Gestión de la Biodiversidad de la Corporación Autónoma Regional de las cuencas de los ríos Negro y Nare (Cornare).
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Los riesgos adicionales de la presencia de hipopótamos incluyen accidentes de tráfico, ataques a personas y conflictos con actividades agropecuarias. Estos riesgos pueden mitigarse con un programa de manejo de la especie, que involucre cirugías, anticonceptivos y traslocación. El tema del sacrificio de los hipopótamos genera debates éticos y de bienestar animal. Aunque se considera una opción, se enfatiza la necesidad de establecer protocolos adecuados para garantizar una muerte digna a los animales.
Echeverry también agregó: “Nosotros en Cornare hemos propuesto la translocación como una posible medida de manejo. No es la solución (...) no hay dónde reubicar más, entonces la translocación hacia otros zoológicos en otros países pues es una opción que vemos válida. No quiere decir que sea sencillo pues hay unos procesos administrativos también bastante complejos. Nosotros no tenemos los recursos, pero en otros países sí. Entonces esperamos que nos digan qué falta para el tema de los permisos y poder avanzar en esta opción”.
Una visión diferente
Ante esta problemática, Nicolás Martelo, biólogo y magíster en Medio Ambiente y Desarrollo, plantea tres estrategias de control: esterilización, relocalización y control mediante cacería. La esterilización se presenta como una alternativa costosa y poco efectiva, mientras que la relocalización plantea desafíos logísticos y financieros. La cacería de control es polémica, pero algunos expertos consideran que, bajo protocolos éticos, puede ser viable.
“Ellos van a empezar a interactuar de diferentes formas, pero en particular, se considera una especie que puede ser como una ingeniera del ecosistema. Por sus hábitos anfibios, ellos suelen tomar la alimentación, sobre todo, de los pastizales sobre la zona terrestre. Y cuando se refugien especialmente en los cuerpos de agua, van a tener otro tipo de comportamientos. Ahí, ellos empiezan a dispersar toda esa materia que han consumido, a partir de las heces y la orina, y empiezan a modificar las condiciones físicas y biológicas que tienen los cuerpos de agua”, dijo Martelo.
“No podemos olvidar que hay comunidades en esas zonas que están interactuando y que esos medios de subsistencia, muchas veces, dependen de esa interacción con los ecosistemas y los servicios ecosistémicos que se están brindando. Entonces, es ahí donde ya nosotros empezamos a encontrar ciertos conflictos socioeconómicos y vamos a empezar a ver cómo este tipo de conflictos pueden incrementarse”, afirmó Martelo.
“Si bien el hipopótamo es una especie carismática, sobre todo las crías, pues llaman mucho la atención, la gente le suele tomar cariño, pero ignoran el peligro que tienen frente al contacto con los humanos. De por sí, en África, el caso de accidentes, inclusive pues de mortalidad por ataques de hipopótamos es supremamente alto”, expresó Martelo.
“El tema del sacrificio de un animal y de un ser sintiente nos lleva a las instancias a las que justamente se van a abordar en la audiencia planteada por el Consejo de Estado. No podemos ignorar las diferentes características propias de la especie que es invasora, cierto, y del contexto del país, sobre todo desde un ámbito fiscal, porque en este caso vamos a ver con cuántos recursos cuenta el país para poder hacer un manejo rápido de este tipo de poblaciones y de acuerdo a esos recursos, que son limitados, qué tipo de estrategias se pueden plantear para que realmente sean eficaces y sean eficientes”, manifestó Martelo.
La audiencia del Consejo de Estado sobre el futuro de los hipopótamos generará debates políticos y sociales, pues la población debe decidir cuál estrategia es más adecuada, considerando el impacto ambiental y el bienestar animal. La educación y el diálogo entre la academia, comunidades locales y grupos ambientalistas serán fundamentales para encontrar una solución sostenible y responsable frente a esta problemática. Se espera que las medidas de manejo que se adopten permitan controlar el crecimiento poblacional de los hipopótamos y proteger tanto la biodiversidad como el bienestar de las comunidades afectadas.
“Lo que tenemos que buscar es que se pueda definir una estrategia que sea realista, el contexto cierto, y que pueda ser sostenible financieramente y políticamente”, estableció Martelo.
“Es muy probable que después de la audiencia del Consejo de Estado sobre el futuro de los hipopótamos y las medidas de manejo, estos animales sigan siendo considerados como una especie invasora. Es probable que se establezcan límites y se busque una manera viable de manejar la situación, como la esterilización, que genere menos estrés y sufrimiento a los individuos. Sin embargo, si se considera necesario el control por cacería, se espera que se abran espacios para el diálogo con todos los actores implicados, incluidos los grupos animalistas y las comunidades que interactúan con estas especies, para encontrar las mejores soluciones que minimicen el sufrimiento de los animales”, concluyó Martelo.
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