¿Recuerda qué le alistó esta semana en la lonchera a su hijo? o ¿qué le preparó de merienda ayer? Si su respuesta incluye bebidas azucaradas (gaseosas, jugos embotellados, bebidas achocolatadas) y alimentos ultraprocesados (papas de paquete, galletas), usted podría estar contribuyendo a que sus hijos hagan parte de los 41 millones de niños en el mundo que padecen de obesidad.
Sin irnos tan lejos, y en la rutina alimentaria de sus pequeños predominan los alimentos ultraprocesados mencionados anteriormente, ricos en calorías y pobres en valor nutricional, muy probablemente sus hijos pertenecerán al 24,4% de los niños colombianos (entre 5 y 12 años) con sobrepeso.
Según la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin), Norte de Santander está tres puntos por encima de la media nacional con 27,3% de niños con sobrepeso. En los últimos 10 años la media nacional subió 10 puntos, indica el informe.
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Los malos hábitos alimenticios, la falta de ofertas saludables en las tiendas escolares, la publicidad engañosa en productos procesados, y la falta de actividad física y el sedentarismo, son factores que propician el sobrepeso y la obesidad.
Igualmente, algunas creencias populares relacionadas con que los bebés entre “más gordos son más sanos”, pueden alentar a los padres de familia a sobrealimentar a sus hijos.
La alimentación del lactante con alimentos hipercalóricos con altos contenidos de grasa, azúcar y sal (papillas y compotas artificiales) propician la obesidad desde temprana edad.
Elegir alimentos saludables para iniciar la alimentación complementaria del lactante es crucial para evitar la obesidad. Nutricionistas y pediatras recomiendan excluir por completo la sal y el azúcar de la dieta del bebé durante el primer año de vida.
No es solo un problema físico
Se considera que un niño es obeso cuando supera el 20% de su peso ideal, esta situación no solo desencadena complicaciones físicas sino también psicológicas.
Juanita Gempeler, psicóloga clínica y ponente de las ferias Escudos del Alma de Red Papaz, explicó que es vital no utilizar términos peyorativos con los niños por su contextura física.
“Jamás debemos burlarnos de los niños por su aspecto físico ni ponerles apodos porque es bajito, gordito, flaco, esto es crucial para prevenir un trastorno de alimentación”, aseveró.
Gempeler enfatizó que el peso adecuado no es rígido, tiene un rango amplio, y depende de la historia de cada niño, por lo que no debemos forzarlos a llegar a un número ideal en la balanza.
La psicóloga, experta en trastornos alimenticios, indicó que no hay que prohibirles alimentos a los niños porque “lo prohibido se vuelve atractivo”.
Por el contrario, hay que explicarles el porqué algunos alimentos no son adecuados para su consumo y qué pueden generar en su organismo. Para Rueda, comer en familia ayuda a generar buenos hábitos alimenticios, porque estamos viendo qué están comiendo nuestros hijos, y se pueden propiciar espacios de conversación.
Jamás se debe permitir que el niño coma en la habitación o frente al televisor, porque podría no estar consumiendo lo que debe, y nos estamos perdiendo de un momento de integración familiar.
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Los malos hábitos
La Ensin señala que el tiempo excesivo que pasan los niños frente a las pantallas (televisores, tabletas, computadores y videojuegos) y los bajos índices de actividades al aire libre, contribuyen a que las cifras de obesidad sigan en aumento.
Según el informe, el 67,7 % de los niños entre 6 y 12 años pasan la mayor parte del tiempo libre frente a las pantallas. Solo el 31% realiza actividades físicas o juegos al aire libre.
El Dane señala que el 10% de las personas que consumen bebidas azucaradas son menores entre 4 y 8 años, y el 29,9 % son jóvenes entre 14 y 18 años.
La Organización Mundial de la Salud asegura que de mantenerse las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025.
Consecuencias de la obesidad
La obesidad infantil es considerada un problema de salud pública puesto que los niños obesos son más propensos a contraer enfermedades prematuramente, entre ellas, diabetes y cardiopatías.
A futuro, también podrían desarrollar trastornos osteomusculares, especialmente artrosis, y algunos tipos de cáncer (endometrio, mama y colon).
La capacidad respiratoria de los niños obesos también disminuye, son más propensos a quedarse dormidos en clase y se les dificulta más hacer deporte.
Según la Asociación Colombiana de Endocrinología, el sobrepeso y la obesidad hacen que la pubertad sea precoz. Al principio el niño podrá verse más grande, pero al terminar su desarrollo su estatura será menor.
Adicionalmente, el 77 por ciento de las muertes en Colombia están asociadas a enfermedades crónicas no transmisibles. Los patrones de alimentación no saludables fueron el segundo factor de riesgo vinculado a mortalidad en Colombia.
La lucha para ‘no comer mentiras’
Desde el 2017 Red Papaz lidera la campaña ‘No comas más mentiras, ni se las des a tus hijos’, una iniciativa que busca advertir sobre la necesidad de evitar la exposición de niños y adolescentes a la publicidad de productos ultra procesados altos en azúcar, sodio y grasas saturadas (comida chatarra), como un paso obligado en la lucha para frenar y disminuir los crecientes índices de sobrepeso y obesidad.
En mayo lanzaron la segunda fase de esta propuesta y recolectaron, en dos meses, 74 mil firmas, a través del portal web www.nocomasmasmentiras.org, para exigirle al Estado que obligue a las industrias alimenticias a poner información real en los empaques de los alimentos ultraprocesados, para que los compradores tengan claro qué es lo que realmente están consumiendo.
Laura Suárez, gestora de Incidencia de Red Papaz, indicó que la falta de información en el frente de los empaques nos impide identificar la comida chatarra, y el consumo habitual de productos altos en azúcar, sodio o grasas saturadas, puede causar enfermedades graves a futuro.
La obesidad se puede prevenir si...
-Promovemos la lactancia materna exclusiva durante los primeros meses de vida; esto impide que los lactantes se vuelvan obesos.
-Reducimos el contenido de grasa, azúcar y sal en los alimentos procesados para lactantes y niños pequeños.
-Limitamos el consumo de grasas y azúcares.
-Aumentamos el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos.
-Les ofrecemos a los niños 5 porciones al día.
-Realizamos actividad física con regularidad (60 minutos al día).
-Desde las tiendas escolares proporcionamos opciones saludables y nutritivas asequibles para todos los consumidores.
-Desde los colegios, los centros de salud, la institucionalidad y hasta los medios masivos de comunicación, realizamos una promoción responsable de hábitos saludables dirigida a los padres de los lactantes y los niños.