El asma es una enfermedad crónica frecuente y potencialmente grave que provoca síntomas respiratorios tales como respiración sibilante, disnea o presión en el pecho y tos. Estos síntomas varían con el tiempo en su aparición, frecuencia e intensidad.
Así mismo, algunas personas son más sensibles a algunas sustancias que inhalan, estos se llaman alergias o desencadenantes, es así porque a concentraciones muy bajas provocan una gran respuesta en los bronquios, cerrándolos y produciendo lo que se llama hiperreactividad bronquial.
Los desencadenantes pueden ser diversos, entre los que más se destacan son los ácaros del polvo, polen, pelos de animales, componentes del aire común, el humo del tabaco y el ambiente. Las infecciones respiratorias también se han relacionado a la exposición al frío y las emociones fuertes.
Las personas parecen ser más propensas a desarrollar la enfermedad si tienen historia familiar de asma, esto significa que puede ser genético, algunos investigadores la describen como una enfermedad altamente heredable. Sin embargo, la genética no es la única causa del asma, algunas personas la desarrollan, aunque no tengan antecedentes familiares conocidos de la afección.
Una persona pude tener una tendencia genética hacia el asma, pero nunca desarrollarla realmente, la genética juega un papel aún menor en el desarrollo del asma más adelante de la vida, así que el asma de inicio en adulto y el asma ocupacional depende menos de los genes.
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Se estima que aproximadamente uno de cada ocho colombianos sufre asma, convirtiéndose así en la segunda enfermedad respiratoria crónica más relevante después de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
De acuerdo con cifras de la Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología, la prevalencia de la enfermedad en el país es del 12%. Entre 2020 y 2021, el sistema SISPRO reporta más de 416.000 atenciones en las distintas EPS que operan en el territorio nacional, principalmente en Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, con mayor frecuencia entre la población femenina.
Las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores, incluida el asma, son la tercera causa de muerte en el país, solo en 2019 murieron 29,7 personas por cada 100.000 habitantes por esta causa.
Una persona puede desarrollar asma sin ninguna predisposición genética para esta afección, muchos factores ambientales pueden hacer que una persona lo desarrolle. Otros factores de riesgo para el asma incluyen el sobrepeso o la obesidad, fumar o la exposición a otras sustancias, tener alergias u otras alteraciones relacionadas con atopia, exposición frecuente a humo de segunda mano, exposición a otras formas de contaminación como gases de escape, exposición a irritantes ocupacionales, incluyendo sustancias químicas y polvo.
En cuanto a la prevalencia en Colombia se han realizado tres estudios donde se determina la prevalencia de asma, el primero fue realizado por Denis y colaboradores en las seis principales ciudades del país mostró una prevalencia del 10.4%; un segundo estudio realizado entre el 2009 y el 2010 por el mismo grupo, encontró una prevalencia del 12%; un tercer estudio realizado en Bucaramanga en el que se encontró una prevalencia del 9%.
Los últimos datos del Ministerio de Salud estiman que aproximadamente uno de cada ocho colombianos sufre de asma, convirtiéndose así en la segunda enfermedad respiratoria crónica más relevante después de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. El objetivo del tratamiento a largo plazo son la reducción de riesgos y el control de los síntomas, el objetivo de reducir la carga para el paciente y reducir su riesgo de presentar muerte relacionada con esta enfermedad, exacerbaciones a nivel de las vías respiratorias y efectos secundarios de los medicamentos.
El tratamiento también debe identificar los adjetivos propios del paciente con respecto a su asma y tratamiento, es importante que haya una colaboración entre el paciente y los profesionales de la salud para que el manejo de la enfermedad sea efectivo.
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Así mismo, el tratamiento se debe ajustar de forma continua con el fin de que el paciente esté siempre controlado, esta forma cíclica de ajuste del tratamiento implica que el control del asma debe evaluarse de forma objetiva para organizar el control y que se revise periódicamente para mantenerlo, es decir, si el paciente no se encuentra bien controlado, el tratamiento debe aumentarse en los escalones terapéuticos necesarios para lograr un control teniendo siempre en cuenta las medidas no farmacológicas, la adhesión al tratamiento y los factores riesgos susceptibles a ser modificados.
Los fármacos para tratar el asma se clasifican como de control o de mantenimiento y de alivio también llamado de rescate, los medicamentos de control o de mantenimiento deben administrarse de forma continua durante periodos prolongados, ejemplo de esto son los esteroides inhalados; los medicamentos de alivio se utilizan a demanda, es decir, para tratar de forma rápida los síntomas que presenten los pacientes, ejemplo de esto son el salbutamol y el bromuro ipratropio.
El asma como enfermedad no se puede prevenir, lo que si se puede es controlar en mayor medida las crisis asmáticas. El pilar de la prevención consiste en evitar sustancias irritantes o alergenos, pero principalmente es dejar de fumar y controlar la exposición a sustancias ocupacionales.
Otra recomendación es evitar la exposición a ácaros de polvo, la mayoría de estos no se pueden eliminar, sin embargo, se puede disminuir su exposición siguiendo algunas recomendaciones, por ejemplo: quitar las alfombras de los dormitorios; retirar los muebles tapizados; reemplazar las cortinas por persianas; recubrir las almohadas y los colchones con fundas impermeables; utilizar trapos húmedos para limpiar el polvo; evitar ambientes húmedos; conservar los alimentos en recipientes cerrados, evitar el humo del tabaco y en lo posible ambientes contaminados; evitar contaminación urbana, es decir, estar en proximidad a fábricas o lugares que vaporicen sustancias irritantes; medicamentos que puedan ocasionar una crisis asmática como es el caso de la aspirina y otros antiinflamatorios.
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